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Guillier: la hora de la antipolítica

La CEP ratifica que la presidencial, a juzgar por los números, se definirá entre el periodista, que apuesta por la novedad y la distancia de los partidos, y la promesa de buena gestión, encarnada por Piñera.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 6 de enero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Hace apenas unos meses no se imaginaba como candidato presidencial y, de acuerdo con algunos dirigentes importantes del Partido Radical, con quienes sostuvo conversaciones cruciales, tenía serias dudas en emprender el camino incierto hacia La Moneda. Pero como una hormiga silenciosa se convenció de embarcarse en una campaña municipal por pueblos escondidos del norte y sur de Chile, visitando tantas radios locales como le era posible para lograr aumentar el apoyo de sus candidatos y, de paso, hacerse conocido en aquellas zonas del país donde su participación televisiva de los 90 y 2000 quedaba demasiado lejos. Actualmente, es precisamente en los territorios rurales donde concentra su respaldo.

El 2016 ha sido el año del senador independiente Alejandro Guillier –quien presume de encarnar la novedad y la independencia–, lo que se ha cristalizado en la encuesta CEP dada a conocer ayer y que sólo llega a ratificar una tendencia: Guillier no sólo despegó sino que se robustece y sigue creciendo. Para el electorado, desencantado de sus dirigentes, sigue siendo la hora de la antipolítica, una estrategia que en Chile hizo debutar magistralmente Joaquín Lavín en la campaña de 1999 frente a Ricardo Lagos.

En un discurso vacío y probablemente medio oportunista, a parte de la clase política dice preocuparle que llegue a La Moneda un personaje del que no se sabe lo que piensa (porque ciertamente del senador Guillier se sigue sabiendo poco y nada, con su manejo magistral y a cuentagotas de las entrevistas que concede a algunos medios). A estos sectores les parece un despropósito que un político se vanaglorie de no serlo y que un candidato no exponga sus ideas sino que, por el contrario, apueste a esconderlas para seguir capturando apoyo popular, como estrategia calculada o lo que sea.

La ciudadanía, sin embargo, parece darle la razón al senador por Antofagasta. Los electores que lo siguen premiando como el dirigente de menor rechazo y mayor valoración positiva –subió de 44% a 47% en la CEP–, difícilmente ahora le comiencen a pedir las definiciones que algunos le exigen. A Guillier, en el terreno de los afectos, lo quieren sin racionalidad de por medio, como a Michelle Bachelet en 2005 y 2013. En un escenario de desprestigio del gobierno, los tribunales, el Congreso y los partidos –como sigue graficando la CEP–, al parlamentario lo apoyan porque, sea o no una ilusión, encarna la promesa de aires nuevos.

El 2016 fue el año de Guillier y su proclamación de este sábado por el Partido Radical parece inaugurar en periodo del que será protagonista. Desde ahora, a seis meses de las primarias, su desafío radicará en que su base de apoyo ciudadano se traduzca en respaldo en las elecciones de la Nueva Mayoría del 2 de julio y en convencer a la centroizquierda de que, al margen de sus buenos números, es el candidato mejor preparado para enfrentar a un Sebastián Piñera incombustible y en situación expectante.

El gallito con Lagos

Resultaba bastante predecible que Guillier iba a explotar en la encuesta CEP, como finalmente sucedió. En el estudio anterior dado a conocer en agosto, el senador apenas tenía un 1%, que en seis meses convirtió en 14%. De prácticamente no marcar, se instaló en un cómodo segundo lugar de las preferencias, a seis puntos del ex presidente Piñera que subió de 14% a 20%. Parecía evidente que iba a aumentar –como lo estaban anunciado diferentes encuestas hace meses–, pero no que iba a correr en solitario dentro de la Nueva Mayoría.

Aunque nada hacía prever un escenario distinto, menos con las dificultades que le ha puesto su propio bloque, el ex presidente Ricardo Lagos se mantuvo en su 5% pese a su despliegue territorial. En tanto, su evaluación positiva bajó de 35% a 23% y la negativa aumentó de 30% a 45%.

El resto de los candidatos del sector –como José Miguel Insulza– prácticamente no existen y Guillier parece correr solo en su coalición.

Haberse convertido en el rostro de los deficientes resultados municipales de la Nueva Mayoría, las intrigas de su propio bloque que parece no quererlo como él desearía y encarnar la historia de la política chilena de la maltratada transición ha resultado nefasto para un Lagos que, sin embargo, no está dispuesto a claudicar por las encuestas y sigue apostando a medir sus fuerzas el 2 de julio en las primarias. A favor del ex presidente está el tiempo, como suelen repetir quienes confían en que el camino institucional –el respaldo de los partidos– termine por fortalecer a un candidato que todavía no despega en los números.

Pero aunque falten todavía seis meses para las primarias y el escenario se encuentre abierto, existe un elemento que cristaliza que el camino sigue siendo pedregoso para el ex presidente: los indecisos han caído 13 puntos y parecen haberse repartido entre Piñera y Guillier.

La fórmula de Lagos, que apuesta a instalar las ideas como centro del debate para llegar a La Moneda, resulta infructuosa: quienes se robustecen son precisamente dos candidatos que están evitando salir a la cancha. Mientras Piñera sigue firme con su plan de no adelantar su anuncio de competencia hasta marzo próximo, Guillier apuesta a no realizar grandes definiciones y mantenerse alejado de los partidos, aunque la proclamación de los radicales de este fin de semana haga traslucir que su principal maquinaria de apoyo se halla en la antigua colectividad.

Lagos no está derrotado, sino herido. Guillier, al menos al interior de su conglomerado, deberá apostar a que el ex presidente no llegue a las primarias del 2 de julio arropado de los tres partidos más grandes del bloque (PPD, PS y la DC), lo que complicaría sus opciones. Pese a que el senador tiene buenos números en las encuestas, en las primarias participan fundamentalmente los ciudadanos con un compromiso efectivo y no, necesariamente, quienes contestan en los estudios de opinión. Los asesores de Lagos lo han dicho desde el comienzo: quienes no quieren al ex presidente –entre los que se hallan los jóvenes–, no son precisamente los que acuden a las urnas en las jornadas de elecciones. El desafío de Guillier, por lo tanto, pasa por conquistar la institucionalidad de la Nueva Mayoría y, de paso, en paralelo, seguir en la línea de robustecer su apoyo ciudadano.

Antipolítica frente a la gestión

La CEP ratifica que la presidencial, a juzgar por las cifras de la encuesta, se definirá entre el periodista, que apuesta por la novedad y la distancia de los partidos, y la promesa de buena gestión desde el gobierno, encarnada por Piñera. De confirmarse este escenario, la disputa en noviembre próximo será entre candidatos muy distintos que los chilenos deberán valorar: ¿Más orden y certezas o más novedad y ciudadanía?

En este cuadro, una de las principales incógnitas que se mantiene pendiente tiene relación con la cercanía que Guillier podría alcanzar con los sectores de la izquierda extra Nueva Mayoría, como los grupos liderados por Gabriel Boric y Giorgio Jackson (dos de las figuras mejor valoradas de acuerdo a la CEP y ambas, en apariencia al menos, fuera del establishment como el senador). En un escenario donde el parlamentario podría ser la carta de la centroizquierda con menos distancia frente al ex presidente Piñera, tendrán especial relevancia las conversaciones de Guillier con este mundo, donde Lagos no puede aspirar a nada beneficioso para su candidatura: son precisamente esas fuerzas las que se resisten a su tipo de liderazgo.

Cuando la encuesta del CEP pregunta por el candidato que piensa que será el próximo presidente de Chile, independiente de las preferencias personales, Piñera se distancia todavía más de sus competidores: obtiene 27% frente a 13% de Guillier, que en esta pregunta llega segundo. Como en un ejercicio de realismo, la ciudadanía piensa que finalmente será el ex presidente quien llegará a La Moneda en marzo de 2018, demostrando que los escándalos por los cruces de política y negocios hasta ahora no le han resultado dañinos. El ex presidente ha sido impermeable al caso Bancard y las inversiones en Perú, pese a los augurios de la Nueva Mayoría y de su propio sector.

Pero Piñera, a diferencia de Guillier, no puede obviar por tanto tiempo las definiciones duras. En marzo, cuando anuncie que será candidato por Chile Vamos, como ex jefe de Estado deberá involucrarse en los temas espinosos que hasta ahora ha esquivado. Tendrá a un Manuel José Ossandón desafiante en las primarias de la derecha y, en la Nueva Mayoría, a candidatos como Lagos y Guillier interpelándolo con fuerza. El senador por Antofagasta, sin embargo, no tiene ese problema.

La CEP ha llegado a confirmar no solo que su estrategia está siendo efectiva sino que debería seguir desplegándola: en un escenario donde no existe una polaridad entre Estado y mercado, ni definiciones cruciales como elegir entre democracia y dictadura, personajes como Guillier no tienen ninguna obligación de aterrizar en el poco seductor mundo de las propuestas y programas (que ni siquiera leen los presidentes de partido, según quedó demostrado en la campaña de Bachelet de 2013).

En Chile, un 9% de los ciudadanos conversa frecuentemente sobre política, lee noticias sobre política y mira programas de televisión políticos. Apenas 8% conversa frecuentemente en familia sobre política. Un 6% sigue frecuentemente temas políticos en redes sociales y un 3% trata de convencer a alguien de lo que piensa políticamente.

En este país –altamente despolitizado, a juzgar por los números de la CEP–, un candidato como el senador de Antofagasta no necesita nada más que seguir en el terreno de la indefinición para conseguir la gloria.

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