La economía brasileña va a contracorriente
Ingreso de capital externo amenaza la competitividad manufacturera y el crecimiento de la industria.
Por: | Publicado: Martes 13 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
Los oficiales brasileños han mantenido el compromiso reciente de hacer algo contra los efectos de un “tsunami monetario” desde Europa y Estados Unidos, al extender un impuesto financiero sobre los préstamos extranjeros. Esto fue diseñado para reducir el ingreso de capital externo que ha vuelto a poner presión sobre la divisa, el real, erosionando la competitividad manufacturera y golpeando el crecimiento de la industria. Más medidas son posibles para apoyar tanto a la industria como a la economía en general.
El real se ha fortalecido 40% desde lo más profundo de la crisis financiera de 2009 y 6% desde inicios de 2012. Tanto la presidenta, Dilma Rousseff, como el ministro de Finanzas, Guido Mantega, han dicho que la apreciación del real, al menos en parte, se debe al exceso de liquidez otorgado por los recortes de tasas de interés y las políticas de crédito flexibles, parte del llamado alivio cuantitativo, en EEUU, Europa y Japón.
Ellos llamaron a esto un potencial “tsunami monetario” que está teniendo un efecto perjudicial sobre las economías en desarrollo. Gran parte de esta liquidez global ha fluido hacia los mercados emergentes en busca de mayores retornos.
Según datos del banco central brasileño, los flujos de ingreso de inversionistas y de exportadores, en gran parte capital especulativo, han totalizado US$ 15.500 millones desde comienzos de año, comparado con salidas netas por US$ 3.000 millones en el último trimestre.
Endeudamiento externo
El 1 de marzo los oficiales brasileños extendieron a tres años los vencimientos de préstamos externos y bonos sujetos a un impuesto de 6% a las transacciones financieras que fue introducido en 2010. Anteriormente, el impuesto de 6% fue aplicado sólo a endeudamiento de hasta dos años. Las autoridades también extendieron el impuesto a algunos de los préstamos otorgados a exportadores. El 8 de marzo, el gobierno actuó otra vez, extendiendo el impuesto financiero a endeudamiento externo por hasta cinco años.
Un día antes, el 7 de marzo, el banco central recortó agresivamente la tasa de interés Selic en 75 puntos base, llevándola a 9,75%. Este fue el quinto recorte desde agosto de 2011, una política diseñada para impulsar la demanda en medio de un crecimiento global y doméstico más lento, así como para reducir las presiones de apreciación de la divisa. La EIU espera que el banco central recorte la tasa otros 75 a 125 puntos base a mediados de años, dejando a la tasa Selic entre 8,75% y 9%.
Estas iniciativas han llegado en respuesta a la desaceleración en el crecimiento en 2011, cuando el PIB de Brasil se expandió 2,7%, muy por debajo del 7,5% registrado en 2010. Aunque la economía empezó a recuperarse el último período de 2011, el sector industrial sigue siendo lento, en gran parte por un robusto real.
La producción industrial se contrajo 0,5% trimestral los últimos tres meses de 2011. En enero, se encogió 2,1% mensual y 3,4% comparado con el año anterior.
Es posible que se implementen más medidas para mejorar la competitividad de la industria y apoyar el crecimiento económico. Durante su visita a Alemania, a inicios de marzo, Rousseff advirtió que tomaría las medidas necesarias para proteger a Brasil de las políticas en países ricos diseñadas para devaluar a sus propias divisas a expensas de las economías de mercados emergentes. Esta reanudación del argumento de la “guerra de divisas” podría ser utilizada para justificar medidas proteccionistas adicionales en Brasil.
Sin embargo, es cuestionable si acaso tales políticas tendrán un impacto duradero en la competitividad brasileña. Los controles de capital probablemente debiliten las monedas sólo temporalmente. Después del último anuncio hecho, el real cerró la semana pasada acercándose a un mínimo en dos meses, pero esto probablemente tenga que ver con el débil pronóstico de crecimiento para China, así como con el extendido impuesto financiero al endeudamiento externo. Más aún, estas medidas no abordan otros problemas como los altos costos de la manufactura, el empleo, la deficiente infraestructura, los cuellos de botella y otros elementos del conocido como “custo Brasil”.
Es poco probable que reiniciar una guerra de divisas o adoptar más políticas proteccionistas (como las medidas recientes para proteger a la industria automotriz local de las importaciones) resuelvan estos problemas, que se arrastran por años.
El real se ha fortalecido 40% desde lo más profundo de la crisis financiera de 2009 y 6% desde inicios de 2012. Tanto la presidenta, Dilma Rousseff, como el ministro de Finanzas, Guido Mantega, han dicho que la apreciación del real, al menos en parte, se debe al exceso de liquidez otorgado por los recortes de tasas de interés y las políticas de crédito flexibles, parte del llamado alivio cuantitativo, en EEUU, Europa y Japón.
Ellos llamaron a esto un potencial “tsunami monetario” que está teniendo un efecto perjudicial sobre las economías en desarrollo. Gran parte de esta liquidez global ha fluido hacia los mercados emergentes en busca de mayores retornos.
Según datos del banco central brasileño, los flujos de ingreso de inversionistas y de exportadores, en gran parte capital especulativo, han totalizado US$ 15.500 millones desde comienzos de año, comparado con salidas netas por US$ 3.000 millones en el último trimestre.
Endeudamiento externo
El 1 de marzo los oficiales brasileños extendieron a tres años los vencimientos de préstamos externos y bonos sujetos a un impuesto de 6% a las transacciones financieras que fue introducido en 2010. Anteriormente, el impuesto de 6% fue aplicado sólo a endeudamiento de hasta dos años. Las autoridades también extendieron el impuesto a algunos de los préstamos otorgados a exportadores. El 8 de marzo, el gobierno actuó otra vez, extendiendo el impuesto financiero a endeudamiento externo por hasta cinco años.
Un día antes, el 7 de marzo, el banco central recortó agresivamente la tasa de interés Selic en 75 puntos base, llevándola a 9,75%. Este fue el quinto recorte desde agosto de 2011, una política diseñada para impulsar la demanda en medio de un crecimiento global y doméstico más lento, así como para reducir las presiones de apreciación de la divisa. La EIU espera que el banco central recorte la tasa otros 75 a 125 puntos base a mediados de años, dejando a la tasa Selic entre 8,75% y 9%.
Estas iniciativas han llegado en respuesta a la desaceleración en el crecimiento en 2011, cuando el PIB de Brasil se expandió 2,7%, muy por debajo del 7,5% registrado en 2010. Aunque la economía empezó a recuperarse el último período de 2011, el sector industrial sigue siendo lento, en gran parte por un robusto real.
La producción industrial se contrajo 0,5% trimestral los últimos tres meses de 2011. En enero, se encogió 2,1% mensual y 3,4% comparado con el año anterior.
Es posible que se implementen más medidas para mejorar la competitividad de la industria y apoyar el crecimiento económico. Durante su visita a Alemania, a inicios de marzo, Rousseff advirtió que tomaría las medidas necesarias para proteger a Brasil de las políticas en países ricos diseñadas para devaluar a sus propias divisas a expensas de las economías de mercados emergentes. Esta reanudación del argumento de la “guerra de divisas” podría ser utilizada para justificar medidas proteccionistas adicionales en Brasil.
Sin embargo, es cuestionable si acaso tales políticas tendrán un impacto duradero en la competitividad brasileña. Los controles de capital probablemente debiliten las monedas sólo temporalmente. Después del último anuncio hecho, el real cerró la semana pasada acercándose a un mínimo en dos meses, pero esto probablemente tenga que ver con el débil pronóstico de crecimiento para China, así como con el extendido impuesto financiero al endeudamiento externo. Más aún, estas medidas no abordan otros problemas como los altos costos de la manufactura, el empleo, la deficiente infraestructura, los cuellos de botella y otros elementos del conocido como “custo Brasil”.
Es poco probable que reiniciar una guerra de divisas o adoptar más políticas proteccionistas (como las medidas recientes para proteger a la industria automotriz local de las importaciones) resuelvan estos problemas, que se arrastran por años.