Jornada Mundial de la Juventud 2011
Por: | Publicado: Viernes 5 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
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Treinta preguntas para no equivocarse en la aventura más importante de la vida
“El amor no es cosa que se aprenda, ¡y sin embargo no hay nada que sea más necesario enseñar! Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar el amor humano. Si se ama el amor humano nace también la viva necesidad de dedicar todas las fuerzas a la búsqueda de un «amor hermoso». Porque el amor es hermoso. Los jóvenes, en el fondo, buscan siempre la belleza del amor, quieren que su amor sea bello” (Juan Pablo II).
Respondiendo a la inquietud planteada por estas palabras del Beato Juan Pablo II, un equipo del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia (sede Roma) preparó, con ocasión de la próxima Jornada Mundial de
la Juventud que tendrá lugar entre los días 16 y 21 de agosto en Madrid, un vademécum de 30 preguntas habituales entre los jóvenes con relación al tema del amor, acompañadas de sus respectivas respuestas. Presentamos tres de ellas:
-El amor, ¿vive en el mundo real o el de los sueños?
-“Mantente despierto, la vida es breve” decía el anuncio de una marca de café. Nos recordaba así que muchas veces vivimos nuestra vida como si durmiésemos, como quien está soñando. Por muy vivos que sean los sueños nunca podrán sustituir la realidad. Por muy bellos o agradables que sean, son solo una construcción nuestra: no tiene un origen, y sobre todo, no tienen una meta, no tienen destino. Para vivir de verdad, para vivir en la realidad, es necesario estar despiertos, como dice el anuncio. Es necesario aceptar que vivimos en un mundo con personas reales que pueden enriquecernos o defraudarnos, porque no las creamos nosotros. Es decir, para despertar a la vida, es necesario despertar al amor. Solo se despierta quien ama. El amor evita que confundamos la vida con un sueño. Este es el mundo real, el de las personas que están a nuestro lado, con una existencia que es siempre más grande que nuestros deseos o que las ideas que nos hacemos de ellas. El amor hace surgir un horizonte que no se desvanece de golpe, como el de los sueños, sino que se ensancha siempre hacia la meta, hacia un destino lejano y maravilloso. La vida es breve... ¡despierta al amor!
-¿Existen distintos tipos de amores?
-La música es una sola y, sin embargo, hay muchas formas distintas de tocarla. Del mismo modo, también hay formas distintas de amar. La música, por ejemplo, puede cantarse en coro. Nuestra voz se une con otras voces. Así es más fácil seguir la melodía y no perder el tono. Cuando cantamos en coro nos une un mismo ritmo, nos contagiamos la pasión por la misma música, nos atrae un mismo misterio. Pues bien, cantar en coro se parece a un tipo de amor, la amistad. Cada amor se distingue por los bienes que se comparten en él: a los amigos les une un ideal común, una visión común, una obra común. Por eso los amigos quieren lo mismo y rechazan lo mismo, hasta verse a sí mismos en el otro, igual que quienes cantan a coro están unidos en una misma pasión y en una melodía común. Hay otro tipo de música: un dúo de instrumentos que dialogan entre sí, cada uno poniendo una parte de la pieza, de forma que entre los dos se haga armónica y bella. Se parece esto al amor esponsal, entre hombre y mujer. Aquí también están los dos unidos por un mismo amor a la música, pero ahora cada uno desempeña un papel distinto, y los dos se complementan, se inspiran, sacan lo mejor del otro en su diferencia. Sin el otro no podrían tocar la partitura, que quedaría incompleta, llena de silencios, rota. ¿Qué bienes comparte este amor? Se trata de la unión en la intimidad, es más, de la formación de una intimidad común, que se abre a la transmisión de la vida. Por eso este amor es exclusivo de la pareja: abrirlo a un tercero es infidelidad.
Por último, podemos pensar en otro tipo de música, la de una orquesta. Un único director reparte a cada músico su papel y su entrada, convierte el sonido de todos en un único movimiento de ritmo y armonía. Esta música se parece a otro tipo de amor, el amor filial, que cada hombre y cada mujer recibe de sus padres y, en último término, de Dios Creador. Este es el amor primero, de donde bebe el amor de los amigos y los esposos, la fuente de todos los tipos de música.
-El amor, ¿es algo que se encuentra, o hay que aprenderlo? -Cuando se encuentra el amor, nos parece que ya hemos alcanzado la felicidad plena. Todo nos parece hermosísimo, perfecto; corremos el riesgo de hacer como el caminante: pararnos a mirar el horizonte que se ha abierto ante nosotros. Sin embargo, como ya hemos dicho, no basta contemplar nuestro amor para vivirlo en su verdad; al igual que no basta amar la música para saber tocarla. Es necesario el tiempo, el estudio y mucha práctica para llegar a ser verdaderos músicos. Como la música, el amor es un arte que no se aprende ni cultiva en solitario, sino junto a la persona amada. Y hay que contar también con la ayuda de un maestro al que nos abrimos, dejando que sus palabras resuenen en nosotros y nos introduzcan en el arte de amar.
¿Quién es este amigo, experto en el arte de amar, que nos ofrece su amistad y su sabiduría? Lo dice así un escritor cristiano: “Muchos han tratado de entender el amor. Pero ninguno lo ha conseguido como los discípulos de Cristo. Porque tienen como Maestro a la misma Caridad”. Cristo es el Maestro del que tenemos necesidad para aprender a amar: Él nos ha amado primero y nos amará hasta el fin de nuestros días, sin reservarse nada. En su escuela cada uno aprenderá, no solo la fascinación de la música, sino el arte de tocarla, de componer nuevas melodías.
Para leer todas estas preguntas ver www.humanitas.cl (Jornada Mundial de la Juventud)
Respondiendo a la inquietud planteada por estas palabras del Beato Juan Pablo II, un equipo del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia
Por último, podemos pensar en otro tipo de música, la de una orquesta. Un único director reparte a cada músico su papel y su entrada, convierte el sonido de todos en un único movimiento de ritmo y armonía. Esta música se parece a otro tipo de amor, el amor filial, que cada hombre y cada mujer recibe de sus padres y, en último término, de Dios Creador. Este es el amor primero, de donde bebe el amor de los amigos y los esposos, la fuente de todos los tipos de música.
-El amor, ¿es algo que se encuentra, o hay que aprenderlo? -Cuando se encuentra el amor, nos parece que ya hemos alcanzado la felicidad plena. Todo nos parece hermosísimo, perfecto; corremos el riesgo de hacer como el caminante: pararnos a mirar el horizonte que se ha abierto ante nosotros. Sin embargo, como ya hemos dicho, no basta contemplar nuestro amor para vivirlo en su verdad; al igual que no basta amar la música para saber tocarla. Es necesario el tiempo, el estudio y mucha práctica para llegar a ser verdaderos músicos. Como la música, el amor es un arte que no se aprende ni cultiva en solitario, sino junto a la persona amada. Y hay que contar también con la ayuda de un maestro al que nos abrimos, dejando que sus palabras resuenen en nosotros y nos introduzcan en el arte de amar.
¿Quién es este amigo, experto en el arte de amar, que nos ofrece su amistad y su sabiduría? Lo dice así un escritor cristiano: “Muchos han tratado de entender el amor. Pero ninguno lo ha conseguido como los discípulos de Cristo. Porque tienen como Maestro a la misma Caridad”. Cristo es el Maestro del que tenemos necesidad para aprender a amar: Él nos ha amado primero y nos amará hasta el fin de nuestros días, sin reservarse nada. En su escuela cada uno aprenderá, no solo la fascinación de la música, sino el arte de tocarla, de componer nuevas melodías.
Para leer todas estas preguntas ver www.humanitas.cl (Jornada Mundial de la Juventud)