El Congreso de Estados Unidos inició su receso de verano (boreal) el 1 de agosto, sin haber logrado gran cosa y dejando pocas esperanzas de que vaya a aprobar alguna legislación relevante antes de que termine el año.
El receso de cinco semanas está bien establecido en la tradición legislativa. En vez de permanecer en la calurosa y húmeda capital, los legisladores prefieren pasar su verano estrechando manos y posando en desfiles en casa donde pueden vanagloriarse de sus logros del año.
Pero esta lista de logros es notablemente corta este año. Los miembros del congreso abandonaron Washington DC sin haber tratado las decenas de miles de niños que cruzaron su frontera sur, muchos de los cuales han llegado escapando de la violencia en Centroamérica. Tampoco trataron la creciente tendencia de “reversión tributaria”, por medio de la cual las grandes compañías multinacionales se trasladan al extranjero para evitar el pago de impuestos en casa. Una amplia reforma tributaria tendrá que seguir esperando. Lo mismo ocurrirá con una reforma de inmigración. Los bomberos que están luchando contra los voraces incendios forestales en las regiones del oeste del país tendrán que hacerlo sin ningún financiamiento federal adicional. Y el Senado falló en procesar dos docenas de nominaciones para embajadas, incluyendo al potencial embajador en Guatemala, el lugar de origen de miles de los jóvenes que han migrado al país.
El Congreso logró, de algún modo, gastar US$ 225 millones para ayudar a Israel a completar su sistema de defensa de misiles “Iron Dome”. También consiguió mantener los dólares para el transporte federal fluyendo hasta mayo del próximo año.
En campaña
Pero no hay que esperar que el Congreso vaya a acelerar el paso en el otoño (boreal) . La Casa de Representantes (la cámara baja), sólo tiene programado sesionar tres semanas en septiembre antes de iniciar un nuevo receso de cinco semanas para permitir a los legisladores hacer campaña para las elecciones de mitad de período, que se celebrarán en noviembre.
Las sesiones de septiembre estarán dominadas por las peleas sobre el financiamiento para el gobierno antes de que se cumpla el plazo límite el 1 de octubre, dejando muy poco tiempo para debatir otros temas. Aparte de eso, sólo hay tres semanas en el calendario de trabajo antes de que termine el año. Esas tres semanas, el denominado período del “pato cojo” antes de que el nuevo Congreso asuma y preste juramento a comienzos del nuevo año, ha sido históricamente un tiempo de actividad legislativa frenética. La Economist Intelligence Unit espera ver este año el mismo tipo de actividad frenética, pero todavía no está claro si eso va a llevar a la aprobación de algún nuevo proyecto de ley de mayor relevancia.