El valor ignorado de los monocultivos
Simón Berti, presidente nacional del Colegio de Ingenieros Forestales
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Simón Berti, presidente del Colegio de Ingenieros Forestales
Todo lo que nos ofrece el agro proviene de “monocultivos con especies exóticas”. Manzanas, trigo, avena, lechugas…, la lista es larga, con la excepción de cierta variedad nativa de papas. Y todo eso lo aceptamos sin una sola protesta o enfado. Y con razón, ya que los monocultivos son una manera eficaz y focalizada de producir lo que necesitamos con las mejores especies y variedades que se adapten a nuestro clima y suelos, lo que se traduce finalmente en menores costos y mejor calidad para el bien de todos.
Los monocultivos no usan una gota de agua de riego, no toman agua de las napas subterráneas, ayudan a la infiltración de toda la lluvia que cae en invierno y aportan madera a bajo costo.
Sin embargo, en el sector forestal, los “monocultivos con especies exóticas” son considerados por parte de la opinión pública (mal influida), como “perversos” e “indeseables”. Si hacemos un poco de historia y ciencia, es menester recordar que alrededor de un 90% de las plantaciones forestales no han reemplazado bosques nativos, sino que se han plantado en los suelos erosionados por nuestros antepasados, debido a prácticas agrícolas en pendientes, cuya primera víctima fue nuestro majestuoso bosque original. Se fue el suelo con la lluvia, embancó los ríos y produjo dunas que cubrieron pueblos y suelos agrícolas. La instalación de árboles de rápido crecimiento redundó en el término de la erosión, aumentó la biodiversidad (comparado con el suelo desnudo) y devolvió la fundamental infiltración hacia las napas subterráneas de ese 80% de la lluvia que cae en invierno, cuando los árboles consumen muy poco. Además, se ha generado una industria de la cual se sustentan, se estima, unos 2 millones de chilenos, gracias, principalmente, a una especie llamada pino radiata (o pino insigne), que se adaptó muy bien a nuestro Chile centro – sur, así como a Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica.
Por otro lado, los monocultivos forestales se instalan en cerros y suelos no agrícolas, no usan una sola gota del agua de riego, no toman agua de las napas subterráneas porque sus raíces tienen solo tres metros de profundidad, ayudan a la infiltración (a llenar las napas) de toda la lluvia que cae en invierno, aportan madera a bajo costo, así como papeles, pañales, fibra textil, papel higiénico, servilletas y otros a Chile y el mundo.
En resumen, hay razones para agradecer los beneficiosos monocultivos agrícolas y forestales.