Economías emergentes enfrentan la amenaza de una “resaca” del crédito
Tienen menor espacio para hacer maniobras financieras, debido a los efectos de la expansión post 2008...
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Por Stefan Wagstyl y John Paul Rathbone
La última rebaja de tasas de interés de China muestra la voluntad de Beijing para contribuir con los esfuerzos globales para expandir el crédito, en respuesta a la desaceleración inducida por la crisis de la zona euro, tal como lo hizo hace cuatro años después del colapso de Lehman Brothers. Desafortunadamente, es poco probable que sus resultados tengan el mismo impacto que en 2008-2009.
La ola de crédito liberada entonces por China y otras economías emergentes inundó al mundo, impulsando la demanda por cobre chileno, autos alemanes y propiedades de lujo de Hong Kong a Rio de Janeiro.
Ahora el mundo ya no puede contar con los mercados emergentes para entregar lo mismo. Muchos tienen menor espacio para hacer maniobras financieras, debido a los efectos de la expansión post 2008, incluyendo niveles más altos de crédito, los temores de burbujas inmobiliarias y préstamos incobrables, y un legado de inversiones no rentables.
Aún más, incluso si los gobiernos sí liberan más dinero, tendrá menos impacto ahora, porque los buenos proyectos de inversión son más difíciles de encontrar.
Como David Lubin, director de economía de mercados emergentes de Citigroup, dice de China: “Un efecto secundario de su impulso de inversiones es que la eficiencia de las inversiones colapsó. Como resultado, ahora se necesita una mayor inversión para generar una unidad extra del PIB. De la misma forma, también requiere más crédito”.
China lidera la lista de gobiernos de mercados emergentes en expandir el endeudamiento del sector público. La deuda soberana subió de 20% del PIB en 2007 a 26% el año pasado, impulsando un auge de la infraestructura doméstica y una mayor demanda por commodities. Polonia también abrió los grifos, con su deuda como porcentaje del PIB subiendo de 45% a 56%.
Otros gobiernos que entraron a la crisis con una alta deuda pública, como Brasil e India, fueron más cautos. Sin embargo, el verdadero auge del crédito en el mundo en desarrollo ha sido la deuda privada, y no la pública, impulsada por bajas tasas de interés y prestamistas con disposición.
En China, el crédito del sector privado subió desde 107% del PIB en 2007 a 127% el año pasado, según Capital Economics, una consultora. En Brasil, Turquía y Polonia, el crédito del sector privado se ha elevado hasta 20 puntos porcentuales del PIB.
Países con un bajo crecimiento del crédito son excepcionales. Corea del Sur, por ejemplo, se ha contenido debido a un doloroso auge del crédito anterior, e India, por altas tasas de interés inducidas por una inflación persistentemente alta.
En otros lugares, sin embargo, el alza del crédito está en una completa alza. Los datos más recientes muestran que el crédito privado subió en abril a tasas anualizadas de 20% o más en Colombia, Indonesia, Turquía y Rusia.
Pese a que estos países son relativamente recién llegados en la juerga del crédito, Brasil ha estado de parranda desde el principio. El crédito privado sigue creciendo 23% al año, pese a que quienes se endeudan enfrentan dificultades, como se ve en la creciente morosidad en los créditos automotores.
El crecimiento del crédito puede ser de gran ayuda, especialmente en el mundo emergente: aumenta el desarrollo al permitir que los gobiernos construyan infraestructura, que las empresas construyan fábricas y las familias compren viviendas y bienes durables.
“Creo que la rápida expansión del crédito juega un gran rol en el alza de las clases medias en el mundo emergente”, afirma Arjun Divecha, presidente del administrador de fondos de EEUU GMO.
Pero las tasas de crecimiento del crédito imoprtan. Los incrementos rápidos están a menudo vinculados con controles laxos y especulación inmobiliaria, lo que puede conducir a préstamos incobrables e inversiones no productivas. En China, por ejemplo, el crédito total se expandió en casi la mitad del PIB en 2009, y nuevamente en 2010. Ahora, algunos economistas dicen, podría estar saturado.
Citigroup calcula que entre 2002 y 2008 tomó cuatro unidades de inversión producir una unidad extra de PIB en China; entre 2009 y 2011 ese ratio subió a cinco unidades de inversión. De igual modo, antes de 2008 tomaba 1,8 unidades de crédito producir una unidad extra de PIB. Entre 2009 y 2011, esto avanzó a 3,6 unidades de crédito.
Cuando las economías crecen rápido, es fácil pasar por alto las ineficiencias. Pero con los mercados emergentes desacelerándose, los verdaderos costos del auge del crédito saldrán a la luz.
El crecimiento rápido del crédito “a menudo presagia una crisis financiera”, advirtió el Banco Internacional de Pagos en su informe anual este mes. Al mismo tiempo, los tsunamis monetarios lanzados por los bancos centrales desde 2008 no han generado crecimiento autosostenido en el mundo desarrollado. Esto, a su vez, está minando la confianza en las economías emergentes orientadas en las exportaciones.
Según el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento del PIB de los mercados emergentes se desacelerará a 5,7%, desde 6,3% el año pasado. Esto está muy por encima del 1,4% estimado para los países avanzados, pero por debajo del 8% que se registró antes de la crisis.
Para quienes se endeudan, las diferencias pueden ser dolorosas: incluso pequeñas desaceleraciones pueden tener un impacto desproporcionado en sector sensibles impulsados por el crédito, como las propiedades.
En el largo plazo, las economías emergentes aún tienen requerimientos de inversión enormes, y la capacidad de financiarlos con crédito. Lo que muchos mercados emergentes necesitan es tiempo para resolver las cosas. Pero con la economía mundial en su actual estado lamentable, el tiempo no está de su lado.