Actualidad

Servicio Jesuita: “Chile ya es el país del millón de migrantes y pronto van a ser más”

Para el director de la entidad la regularización extraordinaria es una buena noticia en la situación actual, pero no si considera la expulsión como opción.

Por: Denisse Vásquez H. | Publicado: Jueves 29 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Para el director nacional del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), Pablo Valenzuela, que el gobierno se abra a una regularización extraordinaria es hacer justicia por los “platos rotos” que han tenido que pagar los migrantes a raíz de la deuda normativa que tiene el país al poseer una legislación “obsoleta”.

Por eso, le parece positivo el anuncio que hizo el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, a parlamentarios oficialistas en la antesala de la presentación de las indicaciones al proyecto para modernizar la ley, aunque con reparos. “No se puede dejar fuera a las personas que ingresen a Chile por un paso no habilitado”, dice, ante la posibilidad de que el proceso incluya la opción de expulsión.

- ¿Cómo debería ser el proceso de regularización?

- Primero, es importante entender que las personas pueden caer en irregularidad no solo por ingreso, sino también porque se vence el plazo de las visas que poseen. Y segundo, es relevante que no distinga nacionalidades.

Hay que definir si la regularización será por arraigo, si es así por cuanto tiempo y establecer un set de documentos a presentar simple y claro. Y, por supuesto, no dejar fuera a las personas que ingresen a Chile por un paso no habilitado.

- ¿Por qué?

- Porque eso es consecuencia de la propia normativa. Las personas más afectadas por el ingreso en paso no habilitados son los dominicanos, que requieren de la visa consular y Chile no tiene la capacidad de gestionar en el consulado el número de visas que requiere el flujo migratorio real de dominicanos que vienen al país. Por esa mala decisión, pagan los platos rotos los dominicanos que han tenido que ingresar por esos pasos y tuvimos casos de personas que perdieron la vida por utilizar esos trayectos y a través de él se armó una de las redes de tráfico de personas más grandes de Latinoamérica.

Es muy relevante que el gobierno haga una regularización de verdad, en serio, con condiciones igualitarias y no discriminatorias.

- ¿Eso significa que la visa consular no es la respuesta a la situación migratoria actual?

- Hoy sobre 10 mil personas de Haití vienen a Chile cada mes y desde Venezuela es lo mismo, sobre 15 mil, con 167 mil ingresos el año pasado. Por cada dos personas haitianas, ingresan tres venezolanas. Los consulados que tenemos en estos países no tienen la capacidad para atender a ese flujo real. Y si se aplica, ¿qué va a pasar? Supongamos que cien personas piden la visa, de esos cien unos diez van a desertar, pero la gran mayoría persistirá y si tú le entregas una visa consular solamente a diez, hay ochenta que van a elegir la ruta irregular.

- Si el gobierno está evaluando incluir expulsión en el plan de regularización, ¿significa que la nueva ley va a tener “letra chica”?

- Sí. Hay que tener mucho ojo en cómo se redacte el texto, pero el gobierno tiene que recordar que están prohibidas las expulsiones colectivas y eso la Corte Suprema lo acaba de reafirmar en el amparo que se presentó a nombre de un grupo de haitianos que fue expulsado en el aeropuerto. La Corte está muy alerta. Además, la tasa de efectividad de las expulsiones es de 10%, por lo tanto hay que multiplicar el número de expulsiones por diez para saber más o menos cuánta gente está ingresando por pasos no habilitados.

- Pero, ¿existe la infraestructura para realizar un proceso de tal envergadura considerando el alza del flujo migratorio?

- Ese es un tema que el gobierno tendrá que resolver, cómo esta regularización extraordinaria no colapsará las ya colapsadas oficinas y la línea de espera de Extranjería. Esta regulación extraordinaria debiera ir aparejada con una disposición de gestión del proceso suficiente, en la cual sería fundamental darle un rol a las municipalidades como lo recomienda la OCDE y la OIT.

-¿La visa de expectativas laborales lograría una inclusión más expedita?

- A nosotros nos gustaría que fuera más una visa multipropósito, que permitiera buscar trabajo y también emprender, pero es una buena medida. Eso sí, sin cerrarse a la posibilidad de darla en frontera y también darla dentro del país.

- ¿Esa sería una solución?

- Exactamente. Y contemplar esta visa de expectativa laboral por un tiempo acotado, un año nos parece razonable para encontrar trabajo, pensando que las personas migrantes llegan a Chile sin redes. Y la visa no será una vara mágica que produce la inserción laboral de las personas migrantes: hay que establecer mecanismos de información, hacer asequible las herramientas de capacitación y que las oficinas de movilización e intermediación laboral municipales también jueguen un rol. Basta de concentrar todo en el Departamento de Extranjería.

- ¿Y el rol de las empresas?

- Deben entender que la inclusión laboral no se acaba solo con la contratación y que debe exitir un proceso de capacitación no solo para los migrantes, sino para toda la empresa. Se tiene que entender que Chile ya es el país del millón de migrantes y pronto van a ser más. En la realidad laboral actual, los intercambios en los equipos de trabajo tienen el componente cultural y, ante eso, dejamos que pasen conflictos que pueden ocurrir cuando personas de distintos acervos, se juntan; o lo aprovechamos y hacemos innovación, como pasa en muchos países, y a través de la innovación, mayor competitividad y productividad. Y ahí las empresas también tienen la palabra.

Lo más leído