Los cálculos que alientan a Lagos
La Nueva Mayoría quedaría en tan mal estado luego del actual gobierno, que el laguismo apunta a encarnar la oferta de protección y gobernabilidad.
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En medio de una carrera presidencial desatada a 14 meses de las elecciones de noviembre de 2017, resulta conveniente poner las cosas en contexto. La única razón por la que las presidenciales se han tomado a estas alturas la agenda política chilena es el vacío de poder que ha dejado La Moneda con su 15% de popularidad. Algunos –como el ex presidente Sebastián Piñera–, se resisten a entrar en el juego: su posición de relativa ventaja en las encuestas le permite la espera. En el oficialismo, sin embargo, parece complejo mantener la calma. La posibilidad cierta de perder el gobierno, cualquiera sea el candidato que finalmente elijan, ha hecho entrar a la Nueva Mayoría en un estado de angustia. El desorden del conglomerado solo podría revertirse de contar con un liderazgo ordenador, que seguramente no llegará desde el Palacio. En una suerte de parálisis y con proyectos importantes en verdaderos problemas, por el contrario, el escape para esquivar el frente interno son los viajes de la Presidenta al extranjero.
Incluso, antes de entrar en la discusión sobre su candidato, entre los dirigentes de la Nueva Mayoría existe cierto consenso en que la carrera no es que esté cuesta arriba para una u otra carta presidencial, sino que para todo el conglomerado. El escaso respaldo que tiene el gobierno no solo no es una plataforma política para nadie, sino que una verdadera complicación. Cualquier abanderado con la más mínima ambición de éxito debería alejarse de La Moneda de Bachelet. En el escenario actual, sin embargo, desmarcarse del Ejecutivo sería leído como una traición y ninguna de las cartas presidenciales del oficialismo hasta ahora se halla en esa postura.
El viento no juega a favor de candidaturas del oficialismo y, evidentemente, tampoco para la del ex presidente Lagos. Luego de años en que la transición se ha demonizado –la tensión que subyace en el tablero político chileno al menos desde 2011 a la fecha–, su figura parece trasnochada para determinados sectores de la población, sobre todo para los jóvenes. Su propia edad –en marzo próximo cumplirá 79 años–, tampoco funciona como aliada. Chile sufre una desaceleración económica, el gobierno y sus reformas poco populares resultan una mochila pesada, la Nueva Mayoría no está enfocada en construir una plataforma política sólida y la desconfianza ciudadana hace pensar a un 50% de la población que “casi todos” los políticos están involucrados en casos de corrupción. La lista de dificultades para Lagos es extensa y podría complementarse con la que, hasta ahora, ha sido la más evidente: a diferencia del senador Alejandro Guillier con su promesa de popularidad, el ex presidente no arranca en las encuestas.
La tentación inicial sería concluir que las complejidades de la apuesta de Lagos harán imposible que llegue a puerto. Existen determinados cálculos, sin embargo, que resultan menos visibles y que alientan al laguismo. Representan un camino bastante estrecho, que les será preciso recorrer con destreza, pero que podría terminar armando un puzzle funcional a una candidatura única del expresidente por la Nueva Mayoría.
Los partidos no son el nudo
En apenas tres semanas, el próximo domingo 23 de octubre, las elecciones municipales podrían llegar a cambiar el factor anímico de la Nueva Mayoría, según apuestan en el oficialismo. Los expertos electorales auguran altos niveles de abstención, incluso superiores al 60% de las últimas municipales. Pero al margen de las señales del electorado, de las que debería hacerse cargo la clase política, los ciudadanos que voten tendrán que hacerlo por los candidatos disponibles y ninguno de los principales conglomerados marcará los bajos índices de respaldo de la última encuesta CEP. Chile Vamos alcanzará evidentemente un porcentaje mayor a su 10%. La Nueva Mayoría superará el 8% de apoyo que le atribuyó la encuesta y, de acuerdo a cálculos internos, podría llegar al menos a un 40% si no se produce una debacle a la española. Con este cuadro –engañoso–, los presidenciables del bloque podrían recuperar el ímpetu que está en el suelo con el 15% del gobierno.
Por otro lado, aunque el escenario de Lagos con los partidos de centroizquierda no está despejado, parece vislumbrarse una vía de escape.
Al PPD aparentemente lo tiene en el bolsillo, aunque nadie se atreve a estas alturas a menospreciar del todo el poder interno de determinadas fuerzas como la de Guido Girardi, que no precisamente están del lado del ex presidente y que miran con apetito a Guillier.
El principal problema de Lagos sigue siendo el Partido Socialista. En la sede de calle París goza de un fuerte reconocimiento racional, pero no emocional –según describen algunos dirigentes–, a diferencia de la actual presidenta de la colectividad, Isabel Allende. Por la correlación de fuerzas internas del PS, si los 107 miembros del comité central debieran elegir ahora mismo a su presidenciable, seguramente ganaría la senadora.
La condición básica para seguir avanzando en los partidos de la Nueva Mayoría es tener en la mano al PS y al PPD. Pero para fortuna de Lagos, todavía tiene que correr mucha agua bajo el puente. Junto con las respectivas marcas en las encuestas –porque Allende tampoco logra despegar–, serán cruciales las conversaciones políticas que la parlamentaria y el ex presidente lleven adelante para no terminar con el socialismo dividido en torno a dos de sus principales figuras. Con José Miguel Insulza aparentemente fuera del mapa –su candidatura tiene atributos y debilidades semejantes a las de Lagos–, el ex mandatario parece ser hasta ahora la única carta que lograría reunir a la Nueva Mayoría en torno a una candidatura única.
Si el PS insiste con Allende, probablemente la DC llevaría candidato propio a primera vuelta y el PR seguiría adelante con Guillier. Si los socialistas proclaman a Lagos, por el contrario, la DC no tendría mayores reticencias. Los radicales saben que si el ex presidente concita el apoyo del PPD, PS y la DC, el senador por Antofagasta no tendría posibilidades de ganar una primaria, si finalmente se llega a esa instancia: el poder de movilización de los partidos grandes de la Nueva Mayoría marcaría la diferencia ante el periodista.
En terreno y sin corbata
El domingo pasado, en el lanzamiento de la candidatura por Santiago de la actual alcaldesa Carolina Tohá, Lagos dijo: “Quiero discutir ideas”. En la misma línea, ayer lanzó en el ex Congreso Nacional su libro “En vez del pesimismo. Una mirada estratégica de Chile al 2040”. La apuesta de Lagos es evidente: aspira a encantar a la ciudadanía con una plataforma de ideas y mediante la visión de futuro en la que él cree. Pretende terminar con el malestar, recuperar la confianza y, de esa forma, lograr un acuerdo nacional. A diferencia de Guillier, que ha basado su estrategia en el terreno líquido de las indefiniciones, el candidato y el laguismo apuestan a diferenciarse por el contenido. En ese campo de la politización de la campaña –que tarde o temprano se producirá–, confían en que Lagos ganará la batalla al menos en su coalición.
Todo esto –las ideas, la visión de futuro–, debe transformarse necesariamente en apoyo ciudadano. El mismo Lagos lo ha reconocido: “Es la obligación de un dirigente político cambiar las encuestas”. Pero sus analistas históricos han observado en los sondeos de opinión algunas señales que no son del todo negativas para el ex presidente y lo han transmitido a los dirigentes de la Nueva Mayoría. Al 64% de indecisión que arroja la CEP y que deja el escenario abierto para cualquier candidato, se suma la relativización del poder predictivo de las encuestas con el voto voluntario: en los estudios se incluye la opinión de todos, sin descontar el porcentaje que finalmente se abstiene, que llegó a un 58% en las últimas presidenciales. Este punto resulta importante en el caso de Lagos, porque precisamente un grupo que le resulta esquivo –los jóvenes–, participa menos de las elecciones. En el análisis de las bases de datos, adicionalmente, se ha hallado una demanda transversal por el orden que podría favorecerlo.
El escenario está abierto y Lagos –al que se le ha visto esta semana en terreno y sin corbata–, parece estar consciente de las dificultades. En la centroizquierda todavía recuerdan que en 2005, Soledad Alvear con la bandera del contenido perdió la batalla de popularidad frente a Michelle Bachelet: no hubo forma de que la abogada conquistara a la ciudadanía. El contexto, sin embargo, no es equivalente, de acuerdo a los partidarios del ex mandatario: la coalición podría quedar en tan mal estado luego del gobierno actual –problema que cruza a toda la política chilena– que no parece ser el momento de arriesgar. La Nueva Mayoría debería buscar una oferta probada de protección y gobernabilidad –señalan en el laguismo–, donde se halla precisamente una de las posibles llaves del éxito de Lagos.
Ex presidente lanza ideas para el Chile 2040 y defiende concesiones
Ante un salón abarrotado de ex colaboradores, adherentes y figuras de la otrora Concertación, el ex presidente Ricardo Lagos lanzó ayer, en la sede del Congreso, en Santiago, su libro "En vez del pesimismo, una mirada estratégica de Chile al 2040".
Un texto, que ha sido interpretado como la plataforma programática de su eventual candidatura presidencial con miras al 2017, pero que por el mismo ex mandatario fue descrito como "un conjunto de ideas. En el fondo son pensamientos en un borrador para lo que uno imagina de Chile en 20 años más, y a partir de allí concordar líneas gruesas y donde estemos en condiciones de poder finalmente llegar a ser un país desarrollado, diverso, sustentable, en donde todos vean que tienen una oportunidad de una posibilidad".
Durante la presentación del ejemplar -en el que también participaron Gloria de la Fuente, Máximo Pacheco e Iván Poduje- el ex mandatario esbozó algunas definiciones, y en ese marco defendió el sistema concesiones -una de las políticas más cuestionadas de su pasado gobierno.
Así destacó que "lo que ha hecho el sistema de concesiones ha sido enriquecer al Estado de Chile, no a los privados, al Estado de Chile en US$ 25 mil millones (...) Pongan los US$ 25 mil millones a trabajar como un activo de una gran empresa y usted lo puede multiplicar por 10, por 15 veces".
Más tarde y en el punto de prensa, el ex presidente abordó la polémica que generó su opinión respecto de que quien lucre en educación debe tener el estatus de cualquier empresa y pagar impuestos, lo que se aleja de uno de los obejtivos de la reforma educacional impulsada por Bachelet.
"No me gusta el lucro en educación", dijo Lagos, agregando que "cuando hay recursos públicos no puede haber lucro".
Sin embargo, insistió en que "si alguien desea, en virtud del principio de la libertad de educar, que en Chile existe, cobrar una cantidad a los estudiantes que le permita tener una rentabilidad, tiene que tener el tratamiento propio de toda empresa que busque un beneficio, por lo tanto paga impuesto".
Asimismo aseguró que espera que la reforma educacional concluya bien "en el actual gobierno, pero una reforma de esta envergadura probablemente no va a ser así y por lo tanto va a concluir en el próximo mandato". Y sobre eventuales cambios a la iniciativa, comentó que "en su momento podemos discutir las medidas específicas. Creo que la intención que hay detrás de esta reforma es positiva y hay que ver cómo se puede mejorar".
Por último, consultado por no haber concurrido a declarar como testigo en el caso Pascua Lama, ante lo cual se habría presentado por el demandante una orden de arresto, el ex presidente sostuvo que "eso está en poder de la justicia . Lo que a mí se me dice es que el juez tiene que fijar una nueva fecha y él puede resolver de una manera (u otra) y cuando haya una nueva fecha, por cierto que voy a ir".
En tanto, en el marco de su despliegue territorial en apoyo a las cartas municipales de la NM, Lagos partiría en los próximos días a la VIII Región, mientras que hoy estará en Peñalolen.