El Papa pide en Araucanía reconocimiento de indígenas, pero fin de violencia
El Sumo Pontífice convidó al almuerzo a ocho mapuches, una víctima de la violencia rural, un descendiente de colonos suizo-alemanes y un inmigrante haitiano.
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En el marco de su visita a Temuco, el papa Francisco instó hoy la defensa de todas las culturas indígenas, pero también el fin de la violencia.
"La defensa de la cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro", dijo durante su homilía en el aeródromo de Maquehue.
Estas declaraciones se producen luego de nuevos brotes violentos por las reivindicaciones de los mapuches.
La ceremonia había comenzado con una rogativa de una representación de los mapuches y Francisco también su homilía la inició hablando en mapudungun, la lengua de este pueblo originario: "Mari, Mari" (Buenos días) y continuó "Küme tünngün ta niemün" (La paz esté con ustedes).
También agradeció "de manera especial a los miembros del pueblo mapuche, así como también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes como los rapanui (de la Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros".
Utilizando un verso de la canción de Violeta Parra, "Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar", el Papa quiso destacar que esta tierra, la más pobre de Chile, está también llena "de pena y dolor".
Y al respecto también recordó que en este aeródromo de Maquehue, "tuvo lugar graves violaciones de derechos humanos", en referencia a la dictadura. "Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias", señaló.
El resto de la homilía, Francisco la dedicó al tema elegido para esta misa, el de la unidad de los pueblos, en un momento de constante tensión en la Aracaunía. El Papa pasó entonces a condenar la violencia, en una clara referencia a lo ocurrido en pasado y a los últimos episodios en esta región, aunque sin citarlos.
"La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa", afirmó.
Tras la misa, el papa Francisco compartió el almuerzo con ocho miembros del pueblo mapuches, una víctima de la violencia rural, un descendiente de colonos suizo-alemanes y un inmigrante haitiano, con ek fin de conocer sus problemáticas y reivindicaciones.