Opinión | Inversión I+D: empezar desde cero
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La pandemia ha tenido un impacto aún difícil de precisar. Su avance ha puesto a prueba a la economía y al mercado laboral. Sin embargo, ya se habla de los aprendizajes y oportunidades que nos dejará esta crisis inédita, lo que abre un espacio para el debate y la creación, dando un nuevo impulso a ciertas tendencias y fomentando otras casi desde cero. Tal es el caso de la inversión en Investigación y Desarrollo o I+D en nuestro país que, curiosamente, parece haber encontrado un aliado en el mundo pyme.
La última la Encuesta de Gasto y Personal en Investigación y Desarrollo del Ministerio de Economía así lo demuestra: aunque el gasto en I+D como porcentaje del PIB ha bajado en los últimos años, las Micro y Pequeñas Empresas (Mipes) y las Startups han triplicado la actividad en I+D desde 2011, mientras que las Startups que lo desarrollan aumentaron en 57% entre 2016 y 2017.
En esta coyuntura, marcada por la incertidumbre financiera, algunas empresas dejan de ver la inversión en I+D como prioritaria y han puesto su foco en mantener la producción o alcanzar metas, entendible dada la presión que han experimentado los diferentes mercados. Sin embargo, hay una oportunidad concreta para su aceleración, que se cruza con la necesidad de innovar y explorar nuevas respuestas en momentos de incertidumbre, además de apalancar beneficios en distintos rubros. Esto debido a que la demanda de los clientes ha cambiado a velocidades impensadas y que las empresas han tenido que adaptar su cadena de valor a su nuevo comportamiento.
Es el caso de la producción de insumos de protección personal, la habilitación de plataformas de comunicación que posibilitan el trabajo a distancia o las aplicaciones móviles que permiten a las personas comprar o contratar servicios sin salir de sus casas. La lista es larga y seguirá creciendo ante las actuales necesidades y la mayor digitalización de las personas.
En este escenario, en lugar de postergarse, la inversión en I+D debería prepararse para un nuevo paradigma, tomar un impulso más transversal, con estrategias más claras y una mirada de largo plazo, como una aliada para las empresas postpandemia. Incluso, podría contribuir a que organizaciones que han sido golpeadas por esta crisis puedan comenzar a levantarse y salir adelante de forma más competitiva, gracias al desarrollo de nuevas soluciones.
Aquellas que realicen cambios sustanciales serán las ganadoras en los próximos meses y más allá. Podrán adaptarse y responder rápidamente a cambios e imprevistos. El desafío estará en animarse a transformarse y empezar desde cero.