De las pistas tecnológicas, a la cima de los cerros

por Daniela Paleo


Andrés Cargill pasa su semana entera conectado a computadores y smartphones, instaurando la adopción del Cloud Computing y el uso de los canales móviles como medios de navegación entre sus clientes. Afortunadamente, el trekking es su escape a la presión permanente del trabajo. Es, literalmente, su cable a tierra.

Andrés comenzó a practicar este hobby hace casi diez años, poco después de salir de la universidad. “De joven no me gustaban los deportes típicos como el fútbol, pero con los años y el trabajo, busqué una manera de hacer ejercicio para mejorar mi condición física y eliminar el estrés. Así fue que encontré una combinación ideal: naturaleza y deporte haciendo actividades outdoor como el trekking y mountainbike”, cuenta.

¿El destino ideal para hacerlo? Todo Chile. Andrés ha recorrido los lugares obligados dentro del país, empezando por los cerros de Santiago, como el Manquehue, Pochoco, Provincia y el Plomo. También cerros cerca de San Pedro de Atacama, el Volcán Villarrica, La Campana y las Torres del Paine, entre otros. “Cuando aún no nacían mis hijos, todas las semanas subía algún cerro. Después ha sido más complicado por la falta de tiempo, pero ahora que están un poco más grandes vamos a poder retomar este tipo de actividades con más frecuencia”, explica.

Hacer trekking de baja montaña es muy económico, ya que no se requiere equipamiento sofisticado, según explica Andrés. Basta un par de buenos zapatos y unos bastones. “El resto son sofisticaciones prescindibles a menos que se quiera hacer media o alta montaña, y en invierno como GPS, reloj con altímetro”, puntualiza.

Con todo, Andrés dice que la experiencia de estar en contacto con la naturaleza, poder oler, ver y sentir los paisajes y al mismo tiempo tener ese desafío físico y mental de lograr una cumbre, es realmente gratificante. “Me permite un balance entre lo físico, lo mental y lo espiritual”, concluye.