Reformas para un modelo de competencia en el largo plazo
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Las reformas exitosas se reconocen por sus resultados. Por ser innovadoras y cambiar un modelo de organización industrial del pasado, por uno nuevo que reconozca el cambio tecnológico y sea sustentable en el largo plazo.
Esa fue nuestra mirada para el sector de las telecomunicaciones. El gran objetivo del presidente Sebastián Piñera, desde el primer día que asumimos, fue encabezar un profundo proceso de modernización de las telecomunicaciones en el país, para reformar el mercado y actualizar su marco regulatorio. En síntesis, recuperar el liderazgo de Chile en Latinoamérica en este campo.
Esta gran reforma de las telecomunicaciones la definimos como un proceso gradual, proyectado a cuatro años, donde cada política pública, cada proyecto de ley, cada iniciativa regulatoria que hemos emprendido, responden a un objetivo original: llegar a 2014 con un mercado de telecomunicaciones convergente e innovador; con plena competencia, sin barreras de entrada; precios más bajos y mayor calidad de servicio para los usuarios; con consumidores que pudieran elegir servicios a su medida, sin amarres ni cláusulas arbitrarias en los contratos.
Nuestra consigna para 2014: Todo Chile comunicado a costo de llamada local, sin diferencia por zona geográfica ni tipo de red, servicio o compañía.
El desafío ha sido transformar un mercado que a 2010 contaba con una regulación sectorial obsoleta, donde los usuarios no tenían derechos claros y la competencia -reducida a dos o tres grandes empresas- no era suficiente para acelerar la innovación, estimular la inversión y la transparencia.
La incorporación legal de los operadores de infraestructura, fomentando una política de redes abiertas a terceros sin discriminación, fue nuestra política de desintegración vertical y compartición de infraestructura.
Este es un cambio fundamental en el modelo industrial de las telecomunicaciones, que tendrá un impacto a largo plazo aún insospechado para muchos, pero inevitable en el tiempo. Hoy vemos sus señales incipientes en Chile, con la operación de empresas internacionales especializadas en el despliegue de torres para antenas, poliductos y fibra óptica, con ofertas abiertas a las compañías de servicio a público, racionalizando el gasto en fierro y cemento.
Esta política de redes abiertas ha favorecido además el despegue de los operadores móviles virtuales, que han dinamizado la competencia por precios en la telefonía móvil.
En tres años hemos ido cumpliendo una a una las tareas definidas en el plan, todas ellas concadenadas entre sí:
La ley de neutralidad de red, primera en el mundo que garantiza transparencia y competencia sin discriminación; la ley que elimina la larga distancia en telefonía fija; la ley de torres de antenas celulares que no sólo corrigió las aberraciones urbanísticas del pasado, también incentiva el cambio tecnológico en el despliegue de redes; la portabilidad numérica y el término de los amarres para los usuarios; el fin de las fronteras entre servicios fijos y móviles abriendo campo a la competencia plena; la estandarización de la numeración fija; las nuevas exigencias para la asignación de espectro que incluyen contraprestaciones concretas al Estado en cobertura y calidad de servicio; las reformas al Fondo de Desarrollo de las Telecomunicaciones, para maximizar el esfuerzo subsidiario del Estado; el nuevo modelo de comunicaciones de emergencia y la sustentabilidad de las redes de telecomunicaciones; el salto en conectividad rural y para la educación.
Se agregan las tareas en desarrollo: Implementación de Internet móvil de cuarta generación (4G), la migración a Televisión Digital, la creación de la Superintendencia de Telecomunicaciones y el fin de las tarifas on net y off net en los próximos procesos tarifarios de 2013; más la implementación de una Estrategia de Desarrollo Digital de largo plazo.
Como resultado, podemos decir que estamos cambiando la fisonomía de la Industria. Pasamos de tres empresas relevantes a ocho operadores multiservicios. Llegamos a niveles históricos de inversión, ubicando a Chile como el país con la mayor inversión per cápita en telecomunicaciones de Latinoamérica. Tenemos el 95% del país con cobertura a Internet y conectado más del 95% de las escuelas, alcanzando la media OCDE. Los precios de los servicios han caído sustancialmente y seguirán bajando hasta el nivel de los países desarrollados.
Reconocemos como gobierno que la implementación de estas medidas ha significado un tremendo esfuerzo para la Industria, pero han entendido que era un cambio absolutamente necesario para el país y que da sustentabilidad en el largo plazo.
Aún así, algunos actores del mercado y analistas del sector argumentan que los cambios profundos que hemos realizado han sido inesperados y sorpresivos, estresando a la Industria.
La única sorpresa, en realidad, es que estamos cumpliendo una a una las tareas que pusimos en la mesa en 2010 y que en 2014 dejaremos como legado una industria de las telecomunicaciones en Chile moderna, transparente y competitiva, al servicio del país y de las personas, como debe ser en una democracia moderna del siglo XXI que se abre camino en la sociedad del conocimiento para alcanzar su desarrollo.