Un sombrío panorama económico global
Como era previsible, las proyecciones actualizadas del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la edición de abril de su informe Perspectivas Económicas Mundiales muestran un importante ajuste a la baja. A nivel global, el “pronóstico de referencia” -por cuanto los últimos acontecimientos son todavía una noticia en desarrollo- sitúa la expansión del PIB mundial en 2,8% para 2025 y en 3% para 2026, luego de que en enero se había proyectado un 3,3% para ambos períodos. El mayor ajuste se observaría en Estados Unidos, donde la estimación baja de 2,7% a 1,8% para este año. En la zona euro, la desaceleración sería desde 1% a 0,8%; mientras que la economía china ajustaría su expansión a solo 4%. La estimación para Chile, en tanto, cae a 2% -en el límite inferior del rango estimado a fines del año pasado-, mientras que en 2026 la expansión sería de 2,2%.
Más allá del ajuste en las cifras, lo que más resalta en el reciente informe del FMI es la visión sombría que transmite. Esto tampoco debería ser motivo de sorpresa, en virtud del nuevo escenario que se enfrenta, pero en el análisis que se realiza va quedando de manifiesto la profundidad del shock de oferta que todo esto significa, al inducir una alteración de encadenamientos productivos que estaban permitiendo una mucho mayor eficiencia productiva a nivel global, lo que se estaba traduciendo en un evidente beneficio para los consumidores de todo el mundo. Frases incluidas en el texto, del tenor “los riesgos desfavorables más intensos dominan las perspectivas” y “la inestabilidad financiera podría extenderse y dañar incluso al sistema financiero internacional” ilustran con elocuencia la visión pesimista que está transmitiendo el FMI, especialmente para el corto y mediano plazo.
En este escenario, los riesgos de una guerra comercial de mayor escala son todavía una noticia en desarrollo. Habiendo algunas señales -inciertas y volátiles aún- indicativas de que se podrían lograr algunos acuerdos entre EEUU y los países más afectados por las medidas adoptadas por el Presidente Trump, lo importante es prepararse para enfrentar un escenario más adverso.
Desde esta perspectiva, las recomendaciones generales del FMI para todas las economías adquieren especial validez para un país como Chile: recuperar la estabilidad y forjar nuevos acuerdos comerciales; conducir la política monetaria de forma que no debilite el anclaje de las expectativas inflacionarias; permitir ajustes en el valor de las monedas en un escenario de volatilidad; conducir la política fiscal de manera que la deuda pública siga una trayectoria creíble y sostenible; y revertir la tendencia de un débil crecimiento de mediano plazo estimulando la productividad total de los factores.
En Chile, hay consenso técnico acerca de este es, precisamente, el camino que debe seguirse. Lo que falta es que el mundo político adquiera conciencia de que es necesario actuar con sentido de urgencia ante este desafío. Un primer paso fundamental sería disminuir drásticamente los tiempos de tramitación de los proyectos de inversión y acotar las incertidumbres de los inversionistas en materia regulatoria.