Una nueva baja registró en agosto el Índice de Confianza Empresarial (ICE) que elabora mensualmente el Centro de Estudios en Economía y Negocios (CEEN) de la Universidad del Desarrollo (UDD) en conjunto con Diario Financiero.
Más que por la magnitud del descenso -que fue de 2,7 puntos-, lo preocupante es que con este resultado ya se completan seis meses de constante disminución, y, adicionalmente, da cuenta de la misma situación en la mayoría de los sectores productivos. De hecho, especialmente inquietante es el deterioro de las percepciones en el rubro de la industria, que ya se ubican en un nivel “muy pesimista”.
Un escenario de este tipo no se registraba desde julio de 2009, un momento complejo para Chile y el mundo dado los nocivos efectos en el ritmo de la actividad productiva que tuvo la crisis financiera internacional.
De aquí que el comportamiento del ICE vuelve a instalar la inquietud sobre el efecto que puede tener el ánimo empresarial en el comportamiento de la economía chilena en los próximos meses.
Es evidente que la desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB) es parte de la realidad de este año y que lo será del próximo. Pero pasar de una velocidad de crecimiento de 6% a una de 5% es distinto a comenzar a visualizar la opción de encaminarnos a cifras de 4% o incluso menores.
En este contexto, resulta clave que las actuales y potenciales autoridades asuman pronto en su agenda estas señales amarillas que surgen en la coyuntura, de modo de identificar las medidas que impidan a Chile tropezar en materia económica, con un sensible impacto en el empleo.