Un duro diagnóstico de la situación con que cierra el año la economía nacional, y una visión menos optimista y más bien poblada de advertencias respecto de lo que podría ocurrir el próximo ejercicio fue el que realizó ayer el presidente del Banco Central durante la entrega del último Informe de Política Monetaria (IPoM) de 2014.
Si bien las expectativas de los agentes económicos estaban alineados con un escenario menos optimista, el cuadro en su conjunto, caracterizado por recortes de proyecciones en prácticamente todas las variables desarrolladas, configura un diagnóstico sombrío para la actividad económica, en especial por el reconocimiento explícito de que las expectativas de los agentes económicos, lejos de mejorar, siguen muy golpeadas y en riesgo de seguir deteriorándose.
Si se añade a lo anterior la constatación hecha en paralelo al IPoM por el Banco Central en su Informe de Estabilidad Financiera, en orden a señalar que se observa una situación menos holgada que en años anteriores en la situación financiera de empresas y hogares, las luces de alerta encendidas mueven abiertamente a la preocupación.
La reflexión que surge es que si el Banco Central ha actuado decididamente hacia un manejo monetario más expansivo y si el fisco ha activado, como anunció, el 100% del gasto público más acciones de promoción de inversiones, algo más poderoso de lo que se pensaba está retardando la recuperación de la economía y la reversión de las bajas expectativas. Análisis que parece confirmar que el cuadro de incertidumbre y desconfianza tendría que ver con la profundidad y extensión de la agenda de reformas.