La atención del mundo ha estado puesta en estas últimas semanas en las negociaciones en EEUU para evitar el denominado “abismo fiscal”. Sin embargo, menos atención ha recibido otra discusión que se ha estado desarrollando en paralelo, que puede ser aún más crítica.
Se trata del límite de la deuda pública, actualmente en
US$ 16,4 billones (millones de millones). La deuda pública avanza rápidamente hasta ese límite y si el congreso no alcanza un acuerdo para elevarlo, la ley obliga a suspender las partidas públicas, lo que paralizaría el aparato estatal e impediría los pagos de compromisos financieros, empujando al país a un default técnico.
Ya en 2011, las negociaciones para elevar ese techo fueron críticas. Los Republicanos utilizaron ese escenario para presionar al gobierno a aplicar duros recortes del gasto. De hecho, fue eso lo que llevó a la creación de los “gatillos automáticos” de recortes de gasto y alzas de impuestos que están detrás del abismo fiscal.
La falta de una salida satisfactoria llevó a S&P a recortar en forma inédita la calificación AAA del país, y la agencia justificó su decisión denunciando lo que calificó como una incapacidad estructural del congreso para alcanzar acuerdos.