Ayer y con motivo de conmemorarse los 60 años de vida del Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas (Icare), la entidad decidió rendir un homenaje a la institucionalidad económica del país, la cual fue encarnada en el Ministerio de Hacienda. El premio, que anualmente entrega Icare y que congrega a destacadas personalidades del ámbito privado y público, fue conferido simbólicamente al actual ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y a quien dirigió esa secretaría de Estado a inicios de los años 90, Alejandro Foxley.
Al valorar el reconocimiento, ambos economistas destacaron que el país enfrentará definiciones económicas, políticas y sociales relevantes en los próximos meses y años, desafío que invita a todos los involucrados a actuar con responsabilidad, sin descuidar el diálogo amplio y la búsqueda de acuerdos. Esa ha sido la fórmula que, con altos y bajos, ha permitido al país consolidar una performance económica sobresaliente en las últimas décadas. Se trata de un atributo que ha valorado muy especialmente la inversión extranjera de largo plazo, por definición aversa a los entornos políticos institucionales volátiles.
El ciclo electoral del último tiempo ha estado justamente muy centrado en la estabilidad institucional, en especial a partir de algunas declaraciones que han propugnado llevar adelante reformas profundas más allá del derrotero que permite el actual marco normativo y legal. Si bien puede tratarse de expresiones emitidas al calor de la campaña, son señales que muy probablemente no pasan inadvertidas, no sólo por los actores políticos, sino que también de los agentes económicos que hacen decisiones de inversión.