Pese a su creciente peso en el economía mundial, la relevancia de India para la estabilidad global suele pasarse por alto.
Los mercados, sin embargo, no se mantuvieron indiferentes a las preocupantes noticias que llegaron la semana pasada desde el subcontinente, luego de que la rupia registrara su mayor derrumbe en dos décadas.
India ya está en pleno proceso de “devaluación”, está iniciando otro de “deflación”, y aunque aún parece lejano, los analistas han comenzando observar con temor las perspectivas de que se cumpla la tercera “d”, un default.
La caída de la moneda es consecuencia de un creciente déficit fiscal y de cuenta corriente, que se ha agravado tras las últimas alzas del petróleo, que India mayoritariamente importa.
Aunque el gobierno ha anunciado algunas medidas financieras para tratar de reducir la brecha en la cuenta más amplia del comercio, los economistas critican la falta de avances en las prometidas reformas estructurales.
Y por el contrario, tras la aprobación de un masivo nuevo subsidio a la compra de alimentos, las perspectivas son que el déficit fiscal siga aumentando.