Editorial

Firma del Acuerdo Transpacífico

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Tras cinco años de negociaciones, los doce países que integran el Acuerdo Transpacífico (TPP) firmaron el documento que lo oficializa en una ceremonia efectuada en Auckland, Nueva Zelanda, en la que participó el canciller Heraldo Muñoz en representación de Chile.

Según han destacado las autoridades de nuestro país, el TPP permitirá el acceso a nuevos destinos para más de 1.600 productos chilenos que no estaban incluidos en los acuerdos vigentes, en un mercado potencial de más de 800 millones de personas.

El acuerdo -que debe ser ahora ratificado por los países en forma íntegra y en un plazo máximo de dos años- es de gran alcance si se considera su dimensión: un 40% del PIB global y la mayor zona de comercio libre en el mundo.

Las críticas al fondo y a la forma en que se realizaron las negociaciones no han estado ausentes en el debate, e incluso se anticipa que para varios de los países involucrados será complicado conseguir los apoyos de sus congresos. Los cuestionamientos, sobre todo a un supuesto secretismo en la negociación, deben ser resueltos por el gobierno con la mayor celeridad posible.

No obstante, en el análisis que se efectúe no debe perderse de vista que favorecer las condiciones para un mejor y mayor acceso a mercados crecientes es claramente beneficioso para un país que ha privilegiado la apertura de su comercio. Esto es aún más relevante en un contexto como el actual, en el que el escenario internacional se ha vuelto más complejo y la caída del precio del cobre pone más presión sobre la necesaria, y hasta postergada, diversificación de nuestras exportaciones.

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