El más reciente Informe de Política Monetaria (IPoM), dado a conocer a mediados de la semana pasada por parte del Banco Central, no entregó mayores sorpresas, al confirmar una proyección de crecimiento para 2013 en el rango de entre 4,0% y 4,5%, con una inflación que iría convergiendo al centro de la meta en 2014.
Pero éste es el escenario de mayor probabilidad con el que el Banco Central trabaja, pues también maneja escenarios de riesgo, tanto internos como externos, que de materializarse lo llevarían a modificar sus decisiones. En el plano externo, se consideran los riesgos que habitualmente se mencionan respecto de la prudencia con que la Reserva Federal de Estados Unidos retirará sus estímulos monetarios y los posibles desequilibrios que hoy se incuban en China. Esto provocaría una respuesta más expansiva del Banco Central de Chile.
Lo que resulta especialmente interesante, es que existe un escenario alternativo, el cual, de concretarse, requeriría de una política restrictiva de la autoridad monetaria. Éste sería el caso si es que la demanda final (demanda interna excluyendo inventarios) continuara desacelerándose menos de lo previsto, generando presiones inflacionarias, a lo que podría sumarse una depreciación del peso aún más pronunciada, y un encarecimiento del petróleo, por un recrudecimiento del conflicto en el medio oriente, lo que terminaría importando inflación.
Estos riesgos opuestos llevan a pensar que la hasta ahora exitosa estrategia de “esperar y ver” del Central podría continuar, evitando cambios en las próximas reuniones, al menos hasta que se tengan nuevos antecedentes.