El derrumbe del rublo en Rusia y la amenaza de un colapso de la economía, plantea grandes interrogantes para el futuro.
Si bien el tamaño de la economía rusa y su peso en el comercio global es menor, los analistas advierten que las crisis en los países productores de petroleo tienden a tener un efecto desproporcionadamente elevado sobre el resto del mundo.
Y una debacle rusa inevitablemente afectará a sus vecinos de Europa, particularmente del norte, en momentos en que la región se tambalea al borde de su tercera recesión desde 2008.
El presidente Obama, que acaba de anunciar un acuerdo histórico para normalizar relaciones con Cuba, se prepara en cambio para imponer una nueva ronda de sanciones a Moscú por la anexión de Crimea en marzo y la invasión al este de Ucrania.
Con la economía en ruinas, es una apuesta peligrosa. No sólo porque las medidas podrían terminar de empujar a la economía global en la dirección equivocada, sino porque la reacción de Vladimir Putin puede ser imprevisible.
Lejos de convencerlo de ceder, existe el riesgo de que al sentirse acorralado, el presidente ruso responda con una jugada más agresiva y potencialmente más dañina.