Pese a que los datos sectoriales del INE a partir de los cuales los expertos anticipan el desempeño mensual de la actividad presagiaban para agosto un mes más bien débil, el registro final conocido ayer perforó las ya magras expectativas, con un pobre 1,1%.
Ni el día hábil más contabilizado en el octavo mes de este año ni la "cuenta corriente" que se creía iban a representar las bajas bases de comparación del año previo permitieron que la cifra de agosto fuera una contribución (y no un lastre, como resultó ser) al registro final de actividad del año. Muy por el contrario, el dato conocido ayer se anota nítidamente en la columna de factores de preocupación macroeconómica, entre otras cosas porque refrenda que en la serie desestacionalizada cayó 1% respecto del mes precedente.
En este cuadro, y si bien aún en forma tímida y no como escenario base, cada día son más los economistas que comienzan a advertir un riesgo de recesión técnica para el país, especialmente si ocurre que el entorno externo se complica más de lo previsto y si las expectativas y confianza de los agentes económicos persiste en terreno pesimista como parece que ocurrirá. En efecto, ayer se conocieron datos de confianza empresarial que muestran a esta variable por 18º mes en terreno negativo, pese a que un sector, el minero, sigue siendo un factor positivo en el promedio, cuestión que a la luz de los acontecimientos recientes podría cambiar para peor.
Sin duda que las autoridades económicas están conscientes de esta situación, como también del menor margen de movimiento que tienen a mano para enfrentar esta compleja coyuntura.