A comienzos de la semana pasada este mismo medio recogió las estimaciones de 11 departamentos de estudios locales que adelantaban que el tercer y cuarto trimestre serían los peores del año, con un crecimiento de la economía de 1,8% en ambos períodos. Asimismo, dicha encuesta reveló que el inicio del próximo año no estaría exento de complejidades, ya que entre enero y marzo de 2016 la actividad se expandirá apenas un 1,6%.
A este desalentador panorama de corto plazo se le sumó a fines de la misma semana otra proyección, oscureciendo ahora el mediano plazo: el Consensus Forecast. Lo anterior, puesto que esta consulta, que agrupa las predicciones de 18 organizaciones entre departamentos de estudios de bancos locales y extranjeros, centros de investigación y universidades, incluyó excepcionalmente en esta ocasión no solo las habituales proyecciones para el año en curso y el siguiente -de 2,1% y 2,4% para el PIB-, sino también estimaciones hasta el 2025.
De acuerdo con el promedio de las respuestas de los consultados, el país convergiría desde el actual 2,1% lentamente hacia una tasa de crecimiento de 3,5% recién en 2020, para luego mantenerse en torno al 3,4% hasta 2025. Esto es sin duda una visión preocupante, puesto que sería el reflejo de cómo nuestra economía, más allá del ciclo adverso que se vive hoy, habría perdido su capacidad de crecer a las tasas que acostumbraba. Las implicaciones de esta nueva mediocridad sobre las expectativas ciudadanas de nuevos y mejores servicios públicos, la posibilidad de erradicar la pobreza esta década, y la sostenibilidad de las cuentas fiscales no parecen nada triviales.