Editorial

Crisis política, otro obstáculo a repunte de Brasil

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Para hacer frente a la crisis económica, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está seguido con precisión la receta favorita de los inversionistas. Poner orden en las cuentas fiscales, abrir los mercados y aumentar la competencia.

Sin embargo, la recesión sigue profundizándose. Hay dos razones principales que lo explican. En primer lugar, Rousseff llegó al gobierno sobre una fragmentada plataforma de partidos, repartiendo cupos en el gabinete. Aunque valorado por los inversionistas, el ajuste es profundamente impopular entre los electores, y por lo tanto, entre los partidos que la apoyaban, y que ahora no están dispuestos a pagar el costo político.

Las medidas correctas no están surtiendo efecto porque los inversionistas no confían en que Rousseff tendrá el respaldo para aplicarlas.

La segunda razón es el timing. El momento oportuno para poner en orden la casa es cuando las cosas van bien. En estos momentos, el ajuste aumenta el dolor. Lamentablemente no hay una salida sencilla.

La semana pasada Rousseff prometió un puente fiscal para lograr un superávit de presupuesto. Días después, el congreso comenzó a debatir los procedimientos para impugnarla. La caída del real refleja el veredicto del mercado.

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