De acuerdo con las encuestas, la mayoría de las personas consideran prioritario que el gobierno dedique mayor esfuerzo a solucionar los problemas de salud. Lo anterior no debiera sorprender considerando que gran parte de la población se atiende en el sistema público, el cual presenta severas deficiencias.
Por un lado, se han engrosado las listas de espera para atenciones médicas, producto de una mala gestión y de una aún irresuelta escasez de médicos especialistas. Actualmente, más de 1,8 millones de pacientes esperan ser atendidos por patologías no AUGE, con retrasos que en su mayoría califican como significativos (75%).
Por otra parte, pese a la millonaria inyección de recursos destinada a la inversión pública, el propio Ministerio de Salud ha debido reconocer su incapacidad para gestionar la cartera comprometida de inversión. Ello se ha visto reflejado en una muy baja ejecución presupuestaria, que a julio alcanzaba apenas 15,2% del presupuesto inicial. Esto vuelve aún más sorprendente la decisión de renunciar a la asociación público-privada a través de concesiones en materia de inversión en salud, habiendo anulado procesos de licitación en curso de 4 hospitales y otro tres que estaban en carpeta.
Por último, la deuda hospitalaria ha continuado al alza, superando los $ 200 mil millones y más que duplicando el déficit que se registraba en marzo del 2014.
No cabe duda que el sistema privado de salud es perfectible, pero dadas las evidentes falencias del sistema público, bueno sería partir por arreglar los problemas que presenta este sector al que pertenecen 4 de cada 5 chilenos.