El Ministerio de Hacienda, por intermedio de su titular, confirmó al cierre de la semana pasada que por segundo año consecutivo el desembolso fiscal agregado del año 2012 crecerá por debajo de la expansión que experimentará el PIB en el mismo período. Se trata, se indicó, de un hito que no ocurría desde el bienio 2003-2004 y que entre sus virtudes cuenta el suavizar la ejecución del gasto a lo largo del año y, por cierto, quitar algo de presión a los precios, las tasas de interés y el saldo deficitario de la cuenta corriente, todo lo cual, de paso, descomprime al tipo de cambio.
Si bien los expertos concluyeron que de los datos aportados por el titular de las finanzas públicas se infiere un grado de subejecución presupuestaria, el grueso valoró las implicancias macroeconómicas que tiene este manejo fiscal, ya que cuando el gasto privado se expande en forma acelerada, es prudente que existan contrapesos que contengan sus efectos negativos.
Al respecto, sin embargo, los economistas hicieron dos prevenciones. A saber, evitar que la subejecución esté comprometiendo el desarrollo de proyectos de inversión relevantes para el país, en especial a nivel de Obras Públicas, en donde en el sector privado ya existe cierto nivel de inquietud. Y, en segundo lugar, no olvidar que si bien este nivel de gasto va en la dirección correcta, el avance hacia un equilibrio fiscal estructural aún tiene camino por recorrer. En esta misma línea, si bien es cierto que la situación de cuentas públicas heredada resultaba desafiante y reconociendo que esta administración ha realizado avances importantes, es deseable que se realicen mayores progresos.