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Columnistas

Un euro más débil para una Europa más débil

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 13 de agosto de 2013 a las 05:00 hrs.

¿Qué se puede hacer para ayudar a que las “economías en crisis” del sur de Europa reduzcan sus déficits externos? El debate se presenta a menudo como un conflicto entre los países agobiados por déficits -Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España- y los países de la eurozona con cuentas corrientes con superávits, en particular Alemania. Pero un nuevo y más importante desequilibrio ha surgido en los últimos años: los déficits comerciales y de servicios de los países más complicados por déficits con China, que sugieren una posible solución al malestar económico del sur de Europa, mediante un renminbi más fuerte.



Dos factores clave ayudan a explicar cómo se llegó a esta situación. El primero fue la rápida apreciación del euro frente al renminbi a principios de la década del año 2000. El euro subió de una tasa de cambio promedio de ¥7,4 por euro en 2001 a ¥10,4 en el año 2007, antes de depreciarse a ¥7,8 en agosto del año 2012. Esto ocurrió, en parte, debido a que el renminbi estaba siguiendo al dólar EEUU, que había caído drásticamente frente al euro en el período 2002-2004.

Como resultado de la fuerte apreciación nominal del euro, la eurozona en su conjunto se hizo menos competitiva. El impacto fue muy fuerte especialmente en los PIIGS, cuyas economías en auge estaban atrayendo enormes flujos de capital que impulsaban al alza la inflación y los salarios.

El efecto adverso sobre la competitividad se vio agravado por un segundo hecho. Las economías del sur de Europa, que dependen en gran medida de sus sectores textiles, de confección de ropa y calzados, comenzaron a enfrentar la intensa competencia de las importaciones chinas baratas. Según una investigación publicada por el Fondo Monetario Internacional, las exportaciones textiles de China fueron en gran parte responsables de los enormes déficits comerciales en Portugal, Italia, Grecia y España. Por el contrario, las cuentas corrientes de Alemania, Finlandia, Austria y Francia se vieron mucho menos afectadas, debido a su mayor fortaleza en sectores de exportación, por ejemplo el sector de la exportación de maquinaria, en los que China era relativamente débil.

Otras investigación del FMI también señaló que, además del ascenso de China, la integración de Europa central y oriental y los altos precios del petróleo afectaron las posiciones de negociación de las economías de la eurozona de diferentes maneras, y los países del sur del continente se encontraron entre los más afectados.

Lo peor se ha evitado, porque los países con cuentas corrientes con superávit de la eurozona han financiado los déficits externos de las naciones más agobiadas, a pesar de ellos tener desequilibrios comerciales importantes con el resto del mundo. Los inversores de fuera de la eurozona simplemente aumentaron sus demandas sobre Alemania, Francia y otras economías con superávit.

Pero, ¿qué puede hacer los responsables políticos de la eurozona para ayudar? Las bajas tasas de interés, las altas deudas y los amplios déficits dejan poco margen para una mayor expansión monetaria o fiscal. La presión para moderar los salarios puede solamente llegar hasta cierto punto, de hecho, puede ser contraproducente en la medida que atenúa la demanda interna y por lo tanto, aumenta el riesgo de entrar en una recesión.

Sin embargo, a las economías en crisis les podría ser más fácil hacer los ajustes externos necesarios bajo tres condiciones: una demanda externa más fuerte, un entorno de financiación menos oneroso, y un euro más débil. Mucho de esto se podría lograr con una revalorización del renminbi frente al euro y la revalorización de las monedas de otros socios importantes en el ámbito comercial. Esto proporcionaría a las economías del sur de Europa con un impulso esencial para su demanda externa, mientras que les dejaría espacio para reducir sus déficits fiscales y externos. De hecho, la demanda externa más fuerte fue la que permitió que Alemania reduzca su déficit fiscal en los últimos años. Tal vez tenga sentido que los responsables políticos de la eurozona se centren en las dificultades que la débil demanda externa y las exportaciones chinas han creado para el sur de Europa. En estas circunstancias, un euro débil podría ayudar a una Europa debilitada.



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