La economía que viene tras la pandemia
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Sergio Lehmann
El golpe a nuestra economía, así como al mundo, ha sido brutal. En tan sólo unos pocos meses, las perspectivas se dieron vuelta con una dureza y profundidad que sólo encontrábamos en algunos libros de historia. En lo último, tras varias semanas muy complejas, han aparecido señales de una estabilización en la crisis sanitaria, lo que permitirá ir abriendo espacios para recuperar gradualmente la actividad económica.
Cabe hacer notar que mantener un buen balance entre ir normalizando el funcionamiento de las economías a un paso apropiado y los cuidados sanitarios es fundamental. Restricciones demasiado rígidas conllevan costos económicos muy elevados, con efectos importantes en el bienestar social. Las cifras que proyecta el FMI para la economía global, con una contracción entre 6% y 7% para las economías desarrolladas, y en torno a 5% para buena parte de los emergentes, probablemente llevó a que rápidamente comenzaran a definirse planes para la reapertura económica a nivel global.
A estas alturas, mirando hacia lo que viene, cabe preguntarse qué economía tendremos después de la pandemia del Covid-19 que nos azota, entendiendo que veremos cambios de carácter definitivo, desde el punto de vista cultural, formas de trabajar y uso de canales digitales. En efecto, tras habernos obligado a guardar cuarentena y mantener distanciamiento social, una parte importante de trabajos se ha desarrollado de forma remota. Hemos visto una explosión del comercio electrónico y una atención presencial en empresas de servicios que ha sido sustituida por el uso de aplicaciones y operaciones a través de internet. Se ha acelerado un proceso que venía en marcha y que trae consigo menores costos en la provisión de servicios y, por tanto, mayor productividad y eficiencia. Eso es, sin lugar a duda, algo positivo que sacamos de esta crisis.
Del lado más duro, dado el fuerte golpe recibido y a pesar del enorme esfuerzo fiscal y monetario que se ha aplicado para contener los impactos, veremos mayores niveles de pobreza, incremento en la informalidad en el mercado laboral, empresas golpeadas y una mayor fragilidad económica. Muchos deberán reinventarse y poner a funcionar la creatividad.
El distanciamiento social, en tanto, que seguirá con nosotros por algún rato, ha limitado los espacios de expresión y vínculo emocional, que pasan a ser sólo parcialmente suplidos por las redes sociales. Esto lleva a una mayor desconfianza, ansiedad y angustia. Es transitorio, pero como somos esencialmente sociales, deja huellas.
Del lado político venimos de un mundo muy polarizado, cuestión que también hemos visto y sentido en nuestro país con especial crudeza tras el estallido social de octubre pasado. ¿Se gatillarán cambios también desde este ángulo? Aventuro que sí. Como dice un buen amigo, más que ver el vaso medio lleno, es mejor verlo medio vacío y plantearse el desafío de llenarlo, pues la parte vacía del vaso apunta a que evidenciábamos un profundo desencuentro en Chile, que imposibilitaba avanzar económica y socialmente.
Peter Coleman, profesor de Psicología de la Universidad de Columbia, señala, basado en experiencias históricas, que en periodos de crisis como la que hoy vivimos, la sociedad se une para superar las dificultades y abordar en conjunto los desafíos. En este sentido, se hace imperioso encontrar un camino común para retomar el desarrollo, reparar los daños que provoca la crisis y volver a llenar el vaso. Con un toque de optimismo, es lo que apuesto para Chile.