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Columnistas

Se fueron al chancho

En Freirina “se fueron al chancho”, la duda es quién. ¿Una comunidad que actuó de manera desmedida ante la operación de una planta legalmente autorizada?

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 28 de junio de 2012 a las 05:00 hrs.

En Freirina “se fueron al chancho”, la duda es quién. ¿Una comunidad que actuó de manera desmedida ante la operación de una planta legalmente autorizada? ¿O la empresa que priorizó factores de índole económico por sobre los sociales? En mi opinión, ambos lo hicieron, pero con un matiz. Al parecer las compañías poco o nada han aprendido de lo que en Chile y el mundo viene sucediendo hace al menos una década: el mundo cambió, la sociedad civil está más empoderada y los sistemas de comunicación han derribado todo tipo de barreras sociales, distancias físicas y límites geográficos.

En nada justifico la violencia y las medidas de presión por sobre el Estado de Derecho, pero por Dios que debe ser indignante que me instalen al lado de mi pueblo una planta con 500 mil cerdos y se actué con tanta indolencia, ante un problema de magnitudes tales como los olores de estos animales.

Hace mucho tiempo que pagar impuestos, cumplir la ley y dar trabajo no es suficiente para sostener una conducta legítima aunque sea legal. Ejemplos abundan de mala administración de temas sociales y públicos por parte de importantes actividades económicas. Esos mismos errores son los que tienen al mundo energético en crisis, las comunidades indígenas sublevadas, consumidores indignados y tantas otras actividades productivas relevantes en riesgo por motivos ambientales y sociales.

La evaluación social de proyectos y ética de los negocios son ramos que prácticamente no existen en la mayoría de nuestras universidades. La priorización de factores económicos de corto plazo por sobre la sustentabilidad del negocios predomina. Y poco o nada se ha logrado entender sobre que invertir en materia social es buen negocio para todos.

La responsabilidad social empresarial se ha tomado como una moda y un lavado de imagen por muchas compañías; pero la RSE no es marketing, es estrategia de negocios y un pilar fundamental para la permanencia en el tiempo.

Básicamente, por estos argumentos, nadie en Chile quiere ser vecino de una actividad económica relevante. Además, los sueldos son bajos, los impuestos quedan en Santiago y la retribución social es ínfima en comparación a los impactos ambientales y sociales en relación a las utilidades corporativas.

El riesgo de no aprender de lo que está pasando con nuestra sociedad civil es evidente. El modelo económico tan exitoso que se ha implementado en Chile en las últimas tres décadas está en peligro y, curiosamente, no por sus detractores sino que por sus propios defensores. Se ha estirado el elástico con la gente de manera poco prudente y no estamos muy lejos de que aparezcan las voces estatistas y centralmente planificadoras. Yo soy un gran defensor del sistema económico liberal, pero con regulación, ética y sentido común; el sistema por sí solo no es perfecto, porque los seres humanos no lo somos. Mientras estos cambios no ocurran, el chancho seguirá “mal pelado” en Chile.

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