Rodrigo León

Hacia una (futura) ley de transferencia tecnológica

Rodrigo León Silva abogados

Por: Rodrigo León | Publicado: Martes 16 de febrero de 2021 a las 04:00 hrs.
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Si hay una palabra que pueda definir a lo que va del Siglo XXI, por su recurrencia en el uso y los distintos sentidos que se le van dando con el tiempo, creo que es la palabra “innovación”. Por todos lados se escuchan voces diciendo que lo que se haga, estudie o trabaje debe estar destinado a ser innovador y más aún, uno debe llegar a imbuirse en una suerte de espíritu casi religioso y ser parte de la innovación.

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Esta es una palabra propia de nuestra actual era digital. No recuerdo haberla escuchado de niño de mis mayores o haberla leído, salvo uno que otro caso, en los diarios o en algún libro. Es tan relevante esta palabra que tenemos hasta un ministerio de reciente creación que la incorpora en su nombre (bien largo, además): nuestro Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

Entre las varias funciones que le competen a esa cartera de Estado que debe hacer honor a sus apellidos, hay una que es bien relevante para el futuro de nuestro país: la de regular la transferencia tecnológica. Hoy en Chile, sin perjuicio de textos repartidos en varias normas relacionadas a educación, propiedad intelectual, entre otras, no existe una ley que regule este fenómeno. Como su nombre lo indica, la transferencia tecnológica busca incorporar en Chile nuevas tecnologías que incrementen el bienestar y desarrollo de todos nosotros, por ejemplo, el desarrollo de vacunas.

Aún sin un proyecto formal, sí existen algunos borradores que buscarían potenciar el desarrollo tecnológico interno o bien su importación desde el extranjero. Sin embargo, creo que un proyecto de ley en esta materia debe ser muy cuidadoso con los temas que vaya a regular. Por ejemplo, asuntos como a quién corresponde la titularidad de los derechos que deriven de la transferencia, con particular atención al rol y participación del Estado; la correcta protección de los inventores e innovadores; la simplificación de trámites para la obtención de fondos para el desarrollo tecnológico, pueden ser todas, materias muy necesarias para poder lograr adecuados niveles de innovación en Chile.

El gran problema que tenemos es que muchas veces nos gusta regular en exceso, sobre todo cuando se trata de materias que no entendemos. De alguna manera, se cree que al sobre regular se logra una mayor seguridad, de manera de ponerle obstáculos a la “viveza del chileno”, por decirlo de alguna manera, pero al mismo tiempo haciendo caso omiso de un aforismo bien conocido: “Hecha la ley, hecha la trampa”.

El problema es que la transferencia tecnológica, como su nombre lo indica, no es un fin en sí mismo, sino que busca permitir en forma correcta y hasta podríamos decir justa, la asignación de los derechos que derivan de una tecnología muchas veces difícil de desarrollar en un mundo hiperconectado en que la competencia tecnológica es terrible (basta ver lo que ha pasado con las vacunas contra el coronavirus). La nueva ley, más que sobre regular, debería fomentar; más que prohibir, debería permitir, en aras de convertir a nuestro país en un referente en estas materias.

Muchos pueden decir que todo eso no es posible, porque somos un país pequeño y pobre. Pero la innovación, si hay tal cosa, no es un problema de cantidad, sino de calidad, y en Chile eso nos sobra. En el fondo, esperemos que la futura ley de transferencia tecnológica, si llega a ver la luz, sea muy innovadora.

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