Reforma a las pensiones: nadando contra la corriente
Rodrigo Acuña Raimann Asesor FIAP
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Rodrigo Acuña Raimann
Mientras en Chile algunos sectores de la oposición piden una reforma a las pensiones en que todo el aumento de las cotizaciones vaya a un programa de ahorro colectivo, en otros países que son simbólicos para esos mismos sectores, ya sea por la orientación política de su gobierno o por la naturaleza de su sistema previsional, comienzan a recorrer el camino contrario.
En México, el gobierno del presidente López Obrador anunció una reforma de pensiones que aumenta gradualmente la cotización de 6,5% a 15% del salario, con cargo al empleador. Hasta aquí parece una reforma similar a la chilena. Sin embargo, en México todo el aumento en la tasa de cotización se destinará a las cuentas individuales de los trabajadores administradas por las AFORE (el equivalente a las AFP chilenas), fortaleciendo de esta manera el sistema de capitalización individual.
En Holanda, cuyo sistema de pensiones está clasificado como el mejor del mundo (Melbourne Mercer Global Pension Index, 2019), recientemente el gobierno llegó a un acuerdo con los sectores sociales, incluidos los sindicatos más grandes del país, para reemplazar gradualmente los beneficios definidos de sus programas de ahorro colectivo, por contribuciones definidas que operan con la misma lógica de cuentas individuales. De esta forma, en el futuro las pensiones dependerán más directamente de las cotizaciones realizadas y de la rentabilidad de las inversiones. La reforma concitó amplio apoyo de trabajadores, empleadores y el gobierno. Los cambios, que entrarán en vigencia después de un periodo de transición, tienen como objetivo mejorar la sustentabilidad financiera del sistema y dar mayor transparencia a los trabajadores respecto a la pensión que podrán recibir cuando se retiren, tema que genera amplia preocupación con el sistema actual de fondos colectivos y beneficios definidos, especialmente entre los trabajadores más jóvenes.
La situación de Holanda no es excepcional en Europa, pues los programas de capitalización están aumentando su participación en los sistemas de pensiones, yendo al rescate de los sistemas públicos de la Unión Europea, que reducirán sustancialmente las tasas de reemplazo en las próximas décadas. Ello, a pesar que el gasto público promedio en pensiones supera el 11% del PIB (Comisión Europea, “Ageing Report 2018”). Uno de los casos más dramáticos es el de España, donde se proyecta que la tasa de reemplazo disminuirá de 79% en 2016, a 46% en el año 2060.
El contenido de las reformas que se están realizando afuera contrasta con las propuestas de una parte de la oposición chilena, por tratarse de países que comparten parte importante de sus posturas ideológicas. Además, las experiencias de nuestra región muestran que muchas de las propuestas planteadas por parte de la oposición han fracasado, con costos importantes para los trabajadores, empleadores y el país.
Es de esperar que, con la reanudación de la discusión previsional en el Congreso, se impongan argumentos técnicos y políticos bien fundamentados sobre cómo se pueden mejorar las pensiones, por el bien del sistema, de los trabajadores y empleadores y del país.