¿Qué está pasando con nuestros grandes empresarios?
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Rafael Rodríguez
Esta pregunta no dice relación con ninguno de los temas conflictivos que han involucrado a algunos empresarios en las noticias de investigaciones, multas y otras denuncias; más bien se refiere a un fenómeno que en forma silenciosa pero sostenida ha empezado a ocurrir en los últimos tiempos; esto es la desinversión de empresarios chilenos en empresas chilenas. En efecto, en un artículo de prensa se señalaba recientemente que en un período de 12 meses, en Chile se habían vendido a empresas extranjeras cerca de US$ 16 mil millones en acciones de compañías locales, el equivalente a nada y nada menos que un 5% del PIB chileno.
Si se revisa sector por sector, se concluye que esta desinversión silenciosa se viene produciendo en forma paulatina desde hace algunos años y ha llevado a que en varias industrias la participación de las principales empresas sea extranjera. Por donde uno mire en los últimos años se observa un aumento de la participación foránea, las últimas con movimientos en esta dirección han sido las industrias AFP, laboratorios, farmacias, salud, y energía, en conjunto con una disminución de participación local en la propiedad de las empresas de virtualmente todos los sectores.
La propiedad chilena sigue siendo mayoritaria en empresas en los sectores transporte, construcción, productos forestales, viñas, agrícolas, salmones, pesca y retail, entre otros que a su vez tienen la característica de estar conformados mayoritariamente por empresas de menor tamaño promedio; pero en las grandes compañías, en forma creciente los dueños de las acciones son empresas extranjeras.
Las razones que explican este hecho pueden ser varias: el tener economías de escala globales que permiten gestionar compañías locales con mayor eficiencia puede explicar parte de este fenómeno, la dificultad de acceder a recursos de capital significativos para realizar emprendimientos de gran escala fuera de Chile puede justificar otras decisiones de venta y, últimamente, también se puede agregar un eventual desencanto local con las perspectivas de hacer negocios rentables en Chile originado por reformas tributarias y laborales, constitucionales, o las dificultades de sacar adelante nuevos proyectos por las diversas regulaciones y restricciones prácticas o por todas las razones anteriores, pero no se puede dejar de observar este fenómeno como un cambio relevante de la economía chilena.
La trascendencia de estos cambios no es menor. La clase política cuando se refiera a los grandes empresarios tiene que estar pensando en chilenos y además en extranjeros que leen fundamentalmente Business Week y Financial Times, ven Bloomberg y escuchan a asesores especializados.
En el extremo esta tendencia puede terminar en que en Chile van a quedar muy pocos empresarios grandes y muchos de tamaño medio o chico. Los que fueron dueños de grandes empresas y después no lo sean van a tener family offices y empresas más chicas, como ya lo atestigua el sustancial crecimiento de este tipo de oficinas y de fondos administrados por Multi Family Offices en los últimos años. Mucho capital financiero y poco emprendimiento de gran escala.
Quizás en un futuro no lejano los mensajes de la autoridad a los grandes empresarios tengan que ser en inglés y sea necesario agregar más Chile Days.