La “suerte” de Piñera
Rafael Mies Ph.D. Académico ESE Business School y profesor visitante USD, San Diego, California
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Rafael Mies
Para muchos Piñera es un hombre afortunado. Se hizo rico a temprana edad, en un país que ofreció oportunidades que no se volverán a repetir. Compró y vendió empresas en condiciones inmejorables, en política se la jugó por un partido naciente y en el que pronto encontró una oportunidad de liderarlo. Con ello se le abrieron las puertas al Senado en una época donde la maquinaria partidaria aún podía garantizar con cierta facilidad un puesto en el congreso.
Su éxito en los negocios y la política lo colocaron en una posición inmejorable para postularse a la presidencia de la república, con tanta “suerte” que su candidatura se produce justo cuando la Concertación estaba agotada y el candidato que presentaba era reconocidamente débil.
Inicia su mandato después de uno de los más grandes terremotos y tsunamis de la historia de Chile y tras un bochornoso espectáculo de improvisación y malas decisiones del gobierno saliente, tuvo la “suerte” de no pagar ningún costo político por esa falta de previsión. No sólo eso, además pudo gozar de todos los beneficios de la reconstrucción acompañado de una economía que crecía a tasas crecientes lo que produjo un desempleo casi nulo.
Solo a mayor abundancia también tuvo la “suerte” de encontrar vivos y rescatar a los 33 mineros de la mina San José que todos daban por muertos y hacerse con ello de un prestigio que trascendió las fronteras nacionales y lo posicionó, incluso en Hollywood, como un ejemplo de liderazgo.
¿Será posible tanta suerte? La verdad es que sería una falta de objetividad y una reducción plantear esta tesis. La suerte, entendida como un resultado positivo extraordinario sin una causa prevista tiene como dimensión esencial que se trata de algo no recurrente. Sin embargo, aunque a más de alguno le pueda molestar, la verdad es que el presidente Piñera posee una serie de cualidades de liderazgo que hacen que las cosas le resulten bien con mayor frecuencia que lo que la “suerte” permite.
Volver a ser elegido presidente no es el resultado de ser un hombre “con suerte”, sino de alguien que ha sabido conducir su vida con un propósito claro y un estilo muy definido.
En Piñera, a diferencia de muchos, este propósito no ha sido simplemente una declaración de intención, sino que ha demostrado con creces la capacidad de cumplirlo y esto ha hecho toda la diferencia a la hora de preferirlo como presidente.
Incluso muchos coinciden en que nuestro futuro mandatario no tuvo la “fortuna” de poseer grandes atributos de simpatía o carisma. A pesar de ello, compensa esa debilidad con la confiabilidad de su gestión. Al igual que a un médico poco simpático pero diestro la gente le entrega su salud, al presidente Piñera la ciudadanía le entrega el poder para dirigirla.
Si esto es así, el éxito o fracaso de su mandato tampoco será cuestión de suerte sino principalmente de su capacidad para enfrentar todas las nuevas complejidades de un Chile más exigente y menos benevolente. El futuro presidente no lo tendrá fácil, y probablemente se encontrará una oposición muy dura y resentida, principalmente con alguien que para muchos de ellos solo ha sido un afortunado de la vida.