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Columnistas

¿Qué enseñanzas deja el caso Labruna a ejecutivos de empresas?

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 28 de noviembre de 2012 a las 05:00 hrs.

Varias. Como en toda organización, sea un equipo de fútbol o una empresa, su administración corresponde a ejecutivos que tienen deberes con sustento en la ley, como la diligencia, sinceridad, lealtad y reserva y las responsabilidades por su incumplimiento son sancionadas drásticamente por ésta.

Pero, ¿qué hay de las conductas en el ámbito personal que no influyen en la marcha de los negocios y que no tienen sanción legal aparejada? Podrá argüirse que en el caso de Labruna éste no es ejecutivo del club deportivo ni de la SA y que en el caso de ejecutivos sus actos en el ámbito personal cobran relevancia únicamente en esa esfera, sin repercusiones en su actuar corporativo.

Pero ya sea en un club de fútbol o en una empresa, debiera esperarse de sus directivos conductas consistentes con la dignidad del cargo que ostentan también en lo privado. Dentro de los fanáticos de un equipo hay menores, personas de distintos recursos y creencias que quieren ver en sus ídolos un ejemplo a seguir. El “enamoramiento” de los chilenos por Bielsa fue porque, tal como un gerente de una empresa, era reconocido por su capacidad ejecutiva y un ejemplo de persona seria e íntegra en lo profesional y laboral. Lo mismo sucede para ejecutivos de empresas.

Pero en el caso de Labruna estos atributos no se conjugaron. Seguramente la necesidad de mantener su fama como individuo correcto estuvo en su mente al momento del choque, lo que lo llevó a cometer actos reñidos con la ética y el derecho penal. Entonces, ¿por qué una persona que detenta altos cargos en organizaciones ejecuta estas conductas, en circunstancias que debiera ser intachable también en el ámbito personal? Algunas razones son que no va a ser descubierto; que los que conozcan el acto incorrecto no tienen poder para develarlo o porque se considera preferible arriesgarse, ya que “el fin justifica los medios”.

Cuando estos razonamientos ante potenciales decisiones ronden en la mente de ejecutivos al administrar empresas y también en su ámbito privado, debieran realizarse las siguientes preguntas para calificar la corrección de la potencial conducta. ¿Cuál sería el juicio de un familiar cercano, un amigo o socio al cual se estima? ¿Qué hay de la regla de reciprocidad y del costo social que implicaría que cierta conducta sea descubierta? Por último, “mirarse al espejo”. Peter Drucker relataba esta prueba. A principios del siglo pasado el embajador alemán en Londres era muy respetado por su integridad personal.

En 1906 renunció, para no presidir una cena ofrecida por el cuerpo diplomático a Eduardo VII. El rey quería una recepción licenciosa, acorde con sus gustos de vividor y noctámbulo. El embajador alemán justificó su dimisión afirmando: “Me niego a ver un proxeneta en el espejo al afeitarme por la mañana”. Como este embajador, la prueba es concluyente: ¿cómo quiero verme y cómo quiero que me vea la sociedad si es que se conoce la acción que voy a cometer? Con toda seguridad, ante estas preguntas, Labruna habría preferido quedarse sentado en vez de llamar a su señora y enviar regalos a carabineros. Pero ya es tarde, el conflicto está datado y deberá responder por sus actos también en el ámbito de sus conductas privadas. Es una buena lección para ejecutivos de empresas.

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