Primer mes de Milei
JOAQUÍN RHODIUS Director comercial de Betterplan
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JOAQUÍN RHODIUS
A un mes de la asunción de Javier Milei en Argentina, las medidas que está tomando en su Gobierno suenan como música para los oídos de quienes creemos en el libre comercio. En el centro de esta nueva sinfonía destaca la premisa: “está prohibido prohibir”. Con ese lema se redactó un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que desmantela un montón de leyes que, hasta ahora, venían complicando la vida del sector privado.
La travesía de reformar las bases económicas en Argentina se revela como una odisea, un camino complicado y desafiante. En respuesta a este DNU, la Confederación General del Trabajo (CGT) salió al cruce, viendo amenazados sus privilegios, y recurrió a la justicia para denunciar y solicitar la suspensión de ciertos efectos del decreto. Lo desconcertante para quienes abogamos por la libertad, es que los privilegios en riesgo no son los de los trabajadores, sino los de los líderes sindicales, quienes ven disminuir su poder y su influencia a medida que se desmantela la maraña de regulaciones perjudiciales para los trabajadores.
“Basta con echar un vistazo a las estadísticas de la informalidad laboral en Argentina. Ahí está la prueba de que liberar ataduras regulatorias beneficia a los trabajadores y dinamiza la economía”.
Para discrepar, basta con echar un vistazo a las estadísticas de la informalidad laboral en nuestro país. Ahí está la prueba de que liberar ataduras regulatorias beneficia a los trabajadores y dinamiza la economía. En un esfuerzo por demostrar que este nuevo Gobierno tiene la fuerza y la determinación necesarias para enderezar la economía argentina, desde el Ejecutivo presentaron ante el Congreso una “ley ómnibus” con más de 664 artículos, abordando temáticas tan diversas como economía, salud, defensa, deporte, turismo y medio ambiente.
Entusiasma esta estrategia, donde el ataque y la amplitud de las reformas parecen desafiar la capacidad del adversario para contenerlas. Siento que será como un colador, donde algunas ideas se filtrarán y otras se consolidarán.
Finalmente, surge la posibilidad del plebiscito, una opción que el nuevo Presidente está considerando, recordándonos que cuenta con un respaldo considerable por parte del pueblo.
Mientras tanto, se juegan otro partido los inversionistas. Todos audaces, desde los que invierten en deuda soberana y corporativa hasta los más arriesgados invirtiendo en acciones.
A un mes del cambio de Gobierno, hay una clase de activo ganadora: “Deuda soberana en dólar”. Estos bonos dejaron atrás la enorme incertidumbre de no pago y el Presidente ha reforzado el mensaje de que las obligaciones se cumplen. En esta línea, estos bonos han tenido rentabilidades cercanas al 50%. Si bien es fácil ilusionarnos y esperar que esto continúe, soy de los considera que después de semejante subida estamos en un momento para “wait and see”, como se dice en el mercado bursátil americano.