Padre Hugo Tagle

Conversando se entiende la gente

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Martes 12 de octubre de 2021 a las 10:23 hrs.
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Chile tiene vocación de diálogo. Cuando conversamos, se escucha e integra al otro; cuando se mira a los ojos sin prejuicios ni recelos; cuando nos colocamos en los zapatos del otro; empatizamos con sus anhelos, frustraciones y esperanzas, las cosas van mejor.

Al revés, cuando la amenaza y pachotada, el matonaje y la violencia demoníaca se toman los foros y calles, las cosas van mal. El 18 de octubre de 2019 sólo nos enseñó que la violencia a nada bueno conduce. La verdad, el acuerdo del 15 de noviembre debería ser recordado como signo de civilidad y cordura, de que la violencia no tiene la última palabra en Chile. Nos recuerda que, a pesar de las diferencias, creemos en la democracia y voluntad libre y soberana del pueblo que se manifiesta, libremente, en cada elección.

Ese es el camino de construir civilización: el respeto a las instituciones –dejar que las instituciones funcionen, como dijo el vicepresidente de la convención constitucional – y el libre ejercicio del derecho a expresar las opiniones, por divergentes que sean.

He votado en casi todas las elecciones desde la vuelta a la democracia quizás por el hecho de que viví mi época universitaria y ya de joven adulto sin poder hacerlo. Sé lo que significa vivir en democracia y que ésta no es obvia. Casi la mitad de la humanidad no goza de ella. Tienen democracias más aparentes que reales. Y entre ellos, varios con dictaduras.

Reconozco las falencias y debilidades de la democracia, que se deben corregir. Pero no será la violencia la que logre imponer un "sistema" en un Chile que tiene vocación de libertad, respeto y entendimiento. Lamentablemente, la aún existente violencia en varios frentes en nuestra sociedad nos muestra tristemente que ella atenta en primerísimo lugar contra los más pobres y vulnerables. La destrucción de una buena parte del Metro de Santiago, la quema indiscriminada de pequeños negocios, PYME y servicios públicos que atienden en primer lugar a los más vulnerables, dan cuenta de que la violencia que vivimos –cobarde, paranoica, demencial y con una fijación enferma por ensañarse con los más pobres– sólo nos empobrece.

Lo bueno es que una buena parte del país es amiga del derecho, del marco jurídico, del respeto a las leyes. Los constituyentes lograron un "marco regulatorio" que deben respetar para continuar en el proceso de redacción de una nueva carta fundamental. En fin, "mejor una mala regla que ninguna". Al menos, ya hay un marco de reglamento que debe ser respetado. "Los acuerdos se respetan", se escucha decir. Bueno será repetirlo más seguido.

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