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Columnistas

Nuestro tipo de cambio: una propuesta poco convencional

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 18 de enero de 2013 a las 05:00 hrs.

El informe de Política Monetaria reciente estima un déficit en cuenta corriente de 3,8% del PIB para 2012 y de 4,6% para 2013. Esto pese a un precio del cobre bonanza. Contrapartida del elevado precio del cobre es un tipo de cambio bajo, que desalienta las exportaciones, lo contrario a lo que necesita un país de vocación exportadora como Chile.



Un elevado déficit en cuenta corriente ha sido la antesala de crisis de balance de pagos. La crisis asiática de 1998 así como la Tequila de 1994 sugieren que un déficit superior a 3% es una luz amarilla y superior a 5% es, definitivamente, una luz roja.

La solución de libro de texto a un desequilibrio externo es doble: reducir el gasto y depreciar la moneda para así alentar las exportaciones y reducir las importaciones. Una posibilidad es desacelerar la expansión del gasto público. Sin embargo, ella afecta apenas al 20% del gasto nacional. Más importante, el déficit actual de cuenta corriente no se está generando por el sector público, que tiene un superávit efectivo. Más bien se debe a un gasto privado en exceso a su ahorro. Un alza en la tasa de interés reduciría el gasto privado y elevaría su ahorro. Desafortunadamente esto haría aún más atractivo ingresar capitales a Chile para aprovechar diferenciales en interés, lo que bajaría aún más el tipo de cambio, exactamente lo contrario a lo que se necesita.

Podría elevarse el tipo de cambio por medio de la compra masiva de dólares por el Banco Central. Si bien no descarto este instrumento, más allá del posible costo financiero de tal operación para el Central, tiene el inconveniente de beneficiar a todas las exportaciones, tanto las que lo necesitan -las no tradicionales, como las que no, las tradicionales, la mayor parte de las cuales gozan de suntuosas utilidades en la actualidad.

Propongo, pues, una medida menos convencional. Que se graven todas las exportaciones, menos las “no tradicionales”, en, digamos, 10% mientras el déficit en cuenta corriente permanezca alto. Al reducirse así la oferta de divisas, el tipo de cambio podría elevarse del orden de $ 20, a $ 490-495 (por un impuesto de 10%). Ello alentaría las exportaciones no tradicionales, las más sensibles al tipo de cambio, y desalentaría las importaciones. El costo recaería sobre los exportadores tradicionales, que enfrentarían un tipo de cambio efectivo, después de impuestos, de $ 445 aprox. ($ 495 menos $ 50 de impuesto). Sin embargo, dado que sus utilidades actuales son enormes y, además que su producción es poco sensible al tipo de cambio, sería un costo con poco impacto sobre la economía real y ciertamente menor a la compra masiva de dólares por parte del Banco Central. Si bien los efectos de tal medida son similares a subsidiar las exportaciones no tradicionales, a diferencia de esto último, los impuestos a las exportaciones tradicionales sí son permitidos por la Organización Mundial del Comercio.

Por cierto, siempre habrá alguna zona gris de qué es una exportación tradicional, poco sensible a precio, y qué no. Mas, que cobre, maderas, papel y celulosa lo son, qué duda cabe. Y éstas son 2/3 de nuestras exportaciones. En fin, me parece que los potenciales problemas no son tan significativos como para anular las ventajas de la propuesta. Invito a su consideración.

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