Negociación ramal: sindicatos silenciados
SEBASTIÁN PARGA Socio Canales Parga Abogados Laborales
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SEBASTIÁN PARGA
Ya están los programas de los candidatos presidenciales sobre la mesa. Uno de los aspectos centrales del que presenta el mejor candidato aspectado de la izquierda, Gabriel Boric, propone que "para comenzar la transición hacia un nuevo modelo económico avanzaremos en la ampliación de la cobertura de la negociación colectiva, caracterizada como multinivel, lo que incluye la negociación ramal, simplificando su procedimiento, ampliando las materias de negociación, eliminando las restricciones actuales ".
Sin indicar aspectos concretos -los programas son más bien declaraciones de principios- el candidato Boric busca el fortalecimiento de la negociación colectiva ramal. ¿Qué implicancias tiene esto?
Más que robustecer el poder de los trabajadores, genera un fortalecimiento de las organizaciones sindicales e indirectamente de los políticos, ya que, se sabe, las grandes organizaciones sindicales tienen fuertes lazos con los partidos políticos. En un esquema ramal, entonces, los trabajadores pasan a segundo plano, mientras que con frecuencia los intereses políticos se transforman en el tema principal y los directores sindicales no politizados o de empresas pequeñas pasan a ser totalmente irrelevantes en las tomas de decisiones.
Así, se mete en un mismo saco a grandes y chicos; a buenos y malos empleadores; a empresas muy eficientes ya las que no lo son; a las que dan beneficios corporativos ya las que no; a las que tienen flujo de caja ya las que pelean día a día para lograr negociar con los bancos y, así, hasta el infinito. En un sistema ramal, en resumen, todos valen lo mismo, lo que finalmente es injusto para todos.
Siendo la realidad de las empresas muy diversa, la negociación ramal no se detiene a considerar ni los emprendedores, ni los empleadores, ni los trabajadores. Dará lugar a un enorme poder de unos pocos -pero grandes- sindicatos. El punto es que ninguno de esos dirigentes sindicales será trabajador de las empresas que representan, situación indispensable para tomar adecuadamente el pulso de la situación de quienes participan del quehacer corporativo.
Para algunos dirigentes sindicales es evidente que la negociación colectiva ramal iría en perjuicio de ellos, porque saben que no son "de las grandes", "porque no militan en ningún partido" y porque "nadie tomará en cuenta a una empresa de 200 trabajadores". Con total seguridad, al conocer bien tanto su funcionamiento como su gente, esos dirigentes sindicales pueden evaluar y manejar mejor la situación de sus empresas. ¿Por qué, entonces, quitarles la facultad de negociar con su empleador?
No hay que ser miopes, el sistema ramal despoja a los sindicatos de sus actuales facultades de negociar colectivamente (en la práctica, es el único momento cuando se puede negociar de igual a igual en Chile) y las entregará a federaciones y confederaciones que poco o nada saben del funcionamiento real de las empresas, solo enfocándose en aquellas que lo hacen mal.
Lo único, por ende, que logra la negociación ramal es quitar poder a los propios trabajadores a quienes dicen proteger. ¿Suena tal vez orwelliano? Lo es. Quienes desde el mundo laboral confíen en ser más influyentes por esta vía lograrán precisamente lo contrario.