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Mujeres que transforman

Atxarte Matesanz, Selección, Crecimiento y Alianzas, Endeavor

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Emprender es sinónimo de riesgo, resiliencia, inclusión, capacidad adaptativa, innovación, transformación y muchos más adjetivos. Algo que debemos evitar a toda costa es que sea sinónimo de exclusividad, burbuja, individualidad, conflictos, y por, sobre todo, que ni hoy ni nunca el género sea visto como un impedimento para empezar. Por ello, a pocos días de celebrar un nuevo Día de la Mujer Emprendedora es tarea de todos y todas reforzar el mensaje de que "emprender no tiene género", destruir los techos de cristal y catalizar el talento femenino.

Como en todo, no podemos dejar de revelar las duras cifras a las que nos enfrentamos, el motor del cambio vendrá también impulsado por la capacidad de entender el panorama al que nos enfrentamos. La crisis del Covid-19 agravó los nudos estructurales sobre los que se asienta la desigualdad de género en el mundo del emprendimiento, según el último informe de la CEPAL (ONU), en torno al 50% de las mujeres trabajadoras pertenecían a sectores de alto riesgo, tales como el comercio, el turismo o la manufactura, mientras que 2,7 millones de empresas cerraron en 2020, con un mayor impacto en las mypes, donde se da la mayor concentración de mujeres.

Se exacerbó la carga de cuidados no remunerados, a la vez que se generó un fuerte aumento en el riesgo de violencia de género, y una reducción en la atención de víctimas, lo que conllevó a un fuerte retroceso de 10 años en la presencia de la mujer en la fuerza laboral ¿Cuánto nos llevará recuperarnos? Algunos dirán que muchos años, pero la verdad es que depende de cada persona, organizaciones públicas y privadas, espacios de trabajo y de esparcimiento. Pongámonos metas exigentes y trabajemos para transformar la cultura.

El mayor problema de las barreras de entrada que limitan la participación femenina en el ecosistema de emprendimiento es que en muchas ocasiones no se dan de manera voluntaria ni explícita, sino que son fruto de las diferencias entre cómo es percibida la mujer en la sociedad en contraposición con el hombre.

Por ello debemos tener una política pública que se haga cargo de manera efectiva de la falta de mujeres en STEM, una de las principales razones del bajo número de mujeres en el ecosistema, y de que los emprendimientos liderados por mujeres carezcan de la suficiente base tecnológica para escalar y ser competitivos. Aún existe una alta brecha de género en lo relativo al acceso y uso de tecnologías de la información y comunicaciones, es más, la CEPAL estima que cerca del 40% de las mujeres de la región no está digitalmente conectada ni puede costear conectarse.

Trabajemos por que la diversidad no solo venga de la mano de un aumento en la participación femenina en el emprendimiento, sino por contribuir a que el ecosistema nacional sea una representación fidedigna de todas las realidades que conviven en el país. Para esto es necesario fomentar, además de la presencia de mujeres emprendedoras, una mayor diversidad étnica y protagonismo regional.

Mujeres, emprendedoras, no sean modestas, a veces nos cuesta darle valor a nuestros propios éxitos y habilidades, sin medir el enorme potencial que significa eso para emprender, eliminando la sensación aún presente de tener que "conquistar" un espacio, en vez de hacer propio lo que corresponde por mérito. En un mundo en cambio acelerado debemos integrar todo tipo de diversidad para crear una cultura que soporte la transformación, apostemos por la diversidad de género, pero también por la diversidad social, académica, y de capacidades intelectuales y físicas.

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