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Columnistas

¿Más de lo mismo?

Al menos algo bueno de este ambiente convulsionado: hace tiempo que no hablábamos tanto de educación. La hemos tratado...

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 11 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.

Al menos algo bueno de este ambiente convulsionado: hace tiempo que no hablábamos tanto de educación. La hemos tratado como la niña fea de la fiesta. La verdad, hace decenios que no se “le hincaba el diente” con decisión. La educación, que debería ser trampolín de igualdades y encuentro entre las personas, en Chile es camino de segregación y distanciamientos. Dime en qué colegio estuviste y te diré tu camino de vida. Hay excepciones, claro. Aquí y allá saltan ejemplos que lograron doblarle la mano al destino y surgieron como buenos profesionales, literatos o empresarios. Pero son los menos. La mayoría de los chilenos ha seguido con soporífera resignación un camino prediseñado desde su escuela o liceo, para terminar siendo lo que, como por encanto de una mano mágica, ya se había escrito en su frente.



Queremos cambiar las cosas. Y se puede. Con mayor empeño y convicción, la educación puede hacer de Chile un gran país. Suena relamido pero, la pretensión de grandes cambios en poco tiempo me parece ilusa y mal intencionada. Los que los pretenden no hacen más que irritar y entorpecer; sacar ronchas y darse el lujo de estancar iniciativas que pueden revertir, de una vez por todas, esta piedra en el zapato que ha sido la educación.

Tenemos todos los elementos para hacer de Chile un gran país. Nos farreamos torpemente las posibilidades que se nos ofrecen.

Coincido con los diagnósticos de una mayor inversión a las etapas preescolar, básica y media. Es ahí donde se juega buena parte de educación. “Dame un niño hasta los cinco años y tendré un hombre para toda la vida” dice un viejo y sabio adagio jesuita. Lo que se siembra en los primeros años de vida; las impresiones, enseñanzas y hábitos adquiridos en la primera etapa, serán los que determinen el desarrollo posterior.

También hay que invertir más en educación técnico profesional. De hecho, es de las buenas iniciativas y mejor valoradas por todos los sectores. Junto con fijarse en el “lucro” de las instituciones educacionales -aspecto también que habrá que regular y “sincerar”- resulta más importante preocuparse que la oferta educacional sea de calidad, rigurosa y adecuada.

Se llega a buenos acuerdos cuando hay buena voluntad. Sobre todo en educación, donde todos los actores buscan lo mejor para el país. Que la copa América no nos robe la atención ni se transforme en un voladero de luces para distraernos de lo esencial. Chile juega su mejor partido acá.

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