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Los buenos deseos para 2013

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El año 2013 recién comienza con un optimismo bastante generalizado por el buen momento de la economía local y un escenario internacional que debería ser mejor al del ejercicio pasado. En este período, las estimaciones abundan tanto como los cambios de proyecciones que se realizarán en el camino. Al respecto, revisemos mejor una lista de buenos deseos para este nuevo año que se avecina.



Si bien es poco probable, sería deseable que el Banco Central no tuviera que intervenir el mercado cambiario. Intervenir es caro, en parte porque se debe esterilizar los pesos con los que se compraron los dólares lo que financieramente es costoso. Peor aún, la intervención es cara para los consumidores, compradores de productos importados. Para los exportadores que están afectados por el tipo de cambio, medidas particulares son las indicadas. En las condiciones actuales, el Banco Central no intervendría antes de $ 465.

La demanda interna se desacelera lo justo y lo necesario para impulsar el crecimiento y disminuir la presión sobre el déficit de cuenta corriente y la inflación. Independientemente del origen y composición del déficit de cuenta corriente, una cifra cercana al 5% del PIB es preocupante por los problemas de balanza de pagos y financiamiento externo. El sector fiscal puede jugar un rol importante bajando el ritmo de expansión del gasto, situación que sería muy destacable en un año de elecciones. En el escenario más probable, el déficit de la cuenta corriente en 2013 se ubicaría en torno a 4,5% del PIB.

Se aclaran los temas de largo plazo. Solucionar el tema energético es uno de los objetivos del último año de este gobierno. De la misma forma e igualmente prioritario para la actual administración, solucionar el tema educacional es fundamental para alcanzar el desarrollo.

El año comienza con un muy buen panorama, pero incluso el escenario de mayor crecimiento puede generar problemas para nuestra economía. Al respecto, la opción adoptada por el Banco Central de esperar por la desaceleración de la demanda interna es la adecuada, especialmente por la elevada probabilidad de intervención del mercado cambiario y porque el gasto interno efectivamente debería crecer menos. La sorpresa podría venir por la magnitud de esta desaceleración.

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