Los bancos vs. las fintech
JUAN CARLOS EICHHOLZ Socio CLA Consulting y profesor UAI
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JUAN CARLOS EICHHOLZ
Hay dos noticias menores de los últimos días que van en direcciones opuestas, pero que ayudan a entender el momento actual de la tensión entre bancos y fintech en Chile. La primera: el TDLC rechazó la demanda que en 2018 interpusieron tres operadores de criptomonedas en contra de gran parte de los bancos chilenos por haberles cerrado sus cuentas corrientes. La segunda: los clientes de Mercado Pago podrán obtener una rentabilidad por los saldos vista que tengan en sus cuentas digitales gracias al acuerdo entre esa empresa y la AGF del Banco BICE, en cuyos fondos esos saldos quedarán invertidos, pero con disponibilidad 24/7.
En simple, por un lado la banca traba el desarrollo de las fintech y por el otro se asocia con ellas. Parece esquizofrénico, pero quizás no lo sea tanto. En lo puntual, porque si bien la sentencia del TDLC es actual, la demanda es de 2018, y habría que ver si los bancos cerrarían esas cuentas hoy en día. En lo general, porque muchos bancos en Chile han terminado por entender que la mejor estrategia parece ser la búsqueda de alianzas con las fintech más que tratar de mantenerlas a raya vía regulación y prácticas mañosas.
“Hoy, la banca chilena puede exhibir con orgullo sus logros en materia de digitalización y de experiencia de cliente, pero la competencia de verdad recién comienza”.
Las fintech son para la banca tradicional lo que Amazon y Mercado Libre son para el retail tradicional. Y si se quiere ir un poco más lejos, lo que la generación Y es para la X o lo que la ciudadanía de hoy es para los políticos de ayer. Frente a la amenaza de lo nuevo, la estrategia que primó en los incumbentes fue la de desoírla, minimizarla y cerrarle el paso, pensando que podrían conservar sus posiciones de privilegio sin tener que ellos mismos transformarse. Sin embargo, el tiempo demostró que era una mala estrategia, y ahí están los retailers tradicionales luchando por digitalizarse y sobrevivir.
La banca tenía una ventaja, y la aprovechó para ganar tiempo: la regulación. Como aquí la confianza pública está de por medio, no cualquiera puede operar en la industria financiera. Pero esa ventaja se ha ido diluyendo con el tiempo, y especialmente con la aprobación en enero de 2023 de la llamada Ley Fintech y OpenBanking, que emparejó el terreno para la competencia entre actores tradicionales y digitales. Eso sí, los bancos no dejaron pasar el tiempo en vano, y hace varios años comenzaron un ambicioso proceso de digitalización, con un BCI que se atrevió a dar los primeros pasos, al comienzo bajo la mirada escéptica de sus competidores.
Hoy, la banca chilena puede exhibir con orgullo sus logros en materia de digitalización y de experiencia de cliente, pero la competencia de verdad recién comienza. Y para lo que viene, la estrategia de digitalización no es suficiente. Ni siquiera la de alianzas. Lo que se necesita es una verdadera transformación digital, es decir, un cambio cultural más profundo, que haga de los bancos organizaciones menos burocráticas y más ágiles, menos verticales y más empoderadoras del talento, con menos silos y con más integración, menos rígidas y más abiertas a la experimentación, menos con la mirada puesta en sí mismas y más con la mirada puesta en el cliente y el entorno.