¿Con venta en supermercados o sólo en farmacias? Ese fue uno de los temas más controvertidos de la Ley de Fármacos. Pero ojalá que, en medio del clamor sobre el lugar de venta de los medicamentos o de si comercializan por caja o fraccionados, no nos distraigamos de un tema aún más importante en la ley: la existencia de un categoría de productos con bioequivalencia.
Bioequivalencia es una certificación que confirma que un medicamento genérico tenga los mismos efectos que el original. Se realiza con un estudio técnico y se requiere para aquellos medicamentos sobre los cuales sus patentes han expirado en casi todos los países avanzados del mundo. En América Latina, como muestro en un estudio que revisa la legislación de la región, es el estándar en 12 de 19 países del continente.
Lo sorprendente de la Ley de Fármacos chilena es que acá los genéricos no requerirán bioequivalencia. Se ha hablado mucho sobre el tema, pero lo que la ley exige es simplemente que las farmacias tengan disponibles una lista de bioequivalentes, lo que se anunció que se fiscalizará.
Pero esto es un error. Chile debería moverse hacia el modelo regulatorio dominante en el mundo, y cada día más, en nuestro propio barrio. En vez de anunciar fiscalizaciones, se debería requerir que todos los productos genéricos aplicables garanticen su bioequivalencia.
¿Suena caro? No necesariamente. Primero, muchos laboratorios presentes en el mercado ya venden en otros países genéricos que están en estándares de calidad más altos. Segundo, el proceso de implementación se puede realizar con tiempo. Brasil tomó este camino en 1999, cuando se aprobó la legislación que acabó con el mercado de los medicamentos genéricos no bioequivalentes. La transición tomó una década, pero hoy los consumidores brasileños tienen la certeza de que todos los genéricos son efectivos.
Sin la bioequivalencia como estándar en Chile corremos el riesgo de quedar como un país con difusas definiciones y muchos productos genéricos sin una efectividad comprobada. Tendremos reservado un lugar al lado de Bolivia, Ecuador, Honduras y Nicaragua en este tema. Las dudas sobre la efectividad de los remedios genéricos en Chile generan una monopolio silencio, pero poderoso. Los consumidores quedan confundidos, los doctores con poca seguridad y la sociedad forzada a confiar ciegamente en que las farmacias pondrán a nuestra disposición medicamentos certificados. En resumen, una receta para el caos.