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Lecciones de 2022

RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ Economista Jefe – Banco de Chile

Por: RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ | Publicado: Viernes 30 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ

El cierre de año es una buena oportunidad para efectuar un análisis detallado sobre los principales desafíos enfrentados durante el período, como así también para extraer lecciones de cara al futuro. Hoy esto resulta aún más importante, dada la complejidad de 2022 y el sinnúmero de desafíos que enfrentaremos desde 2023 en adelante. En este contexto, podríamos, muy a grandes rasgos, centrarnos en tres principales aprendizajes.

Para partir, este año nos volvió a recordar, súbitamente, las fragilidades y vulnerabilidades que enfrentan los países y sus economías. Ello lo palpamos directamente el 25 de febrero, una vez que Rusia inició la invasión a Ucrania.

“Este año nos recordó la importancia del escenario político, principalmente en cuanto a sus fundamentos institucionales, y que los factores idiosincráticos tienen un impacto cada vez mayor en la evolución macroeconómica”.


Más allá de los efectos que surgen en conflictos de esta naturaleza (como aumento en precios de commodities, caídas en crecimiento y desvalorizaciones de activos riesgosos, entre otros), la profundidad de esta guerra ha generado un sinnúmero de cuestionamientos que exceden con creces el perímetro tradicional del análisis económico, cuyas consecuencias estamos lejos de dimensionar. Entre ellos, no existe claridad en temas como la capacidad de abastecimiento energético en Europa o bien el nuevo orden geopolítico en Occidente, lo cual sin duda incrementa riesgos de desglobalización. Esta discusión resultaba simplemente impensada a inicios de año.

A nivel local, el año que termina también nos deja lecciones muy importantes. Una de ellas es que aquella estabilidad que nos caracterizó las últimas décadas, con una economía que solía tener los ciclos menos pronunciados en la región, no está en lo absoluto garantizada. Es más, las cifras macro nos mostraron cómo algunas políticas implementadas en solo un par de años, como los retiros de fondos de pensiones o el significativo aumento del gasto fiscal, nos llevaron a ser una de las economías con más inflación en la región (solo detrás de Argentina y Venezuela); y también pasar de ser uno de los países con más crecimiento en 2021, a ser el de peor desempeño esperado en 2022 (solo detrás de Paraguay y El Salvador, de acuerdo al consenso de Bloomberg), y probablemente el único en tener recesión en 2023.

Ello, sin mencionar que durante meses tuvimos una de las monedas más depreciadas del mundo y uno de los bancos centrales más activos en el proceso de alzas de tasas. Estos y otros factores confirman que el esfuerzo de estabilidad económica que se construye por décadas se puede ver amenazado con un mal diseño de políticas cortoplacistas.

No puedo terminar esta columna sin mencionar la importancia que tiene el escenario político, principalmente en cuanto a sus fundamentos institucionales. Hemos sido testigos de cómo los factores idiosincráticos tienen un impacto cada vez mayor en la evolución macro. No está de más recordar, por ejemplo, los esfuerzos que ha tenido que desplegar el Banco Central en el mercado cambiario luego de algunos episodios puntuales (como la crisis de 2019 o el proceso constituyente), como así también las señales inequívocas que se pueden extraer de diversas encuestas y estudios cualitativos (entre ellos el Informe de Percepciones de Negocios), donde señalan el impacto de la incertidumbre política sobre las decisiones de inversión.

Es de esperar que en las próximas discusiones estructurales que tendremos, sobre todo aquellas relacionadas con temas constitucionales, el país dé muestras de haber aprendido las lecciones que nos deja 2022.

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