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Las visiones tecnológicas ambiciosas han perdido atractivo

RICHARD WATERS© 2022 The Financial Times Ltd.

Por: RICHARD WATERS | Publicado: Miércoles 24 de agosto de 2022 a las 04:00 hrs.
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RICHARD WATERS

¿Se han cansado los inversionistas de las grandes visiones y la ambiciosa retórica que tanto contribuyó a alimentar el auge tecnológico?

Cuando las acciones estaban en alza, parecía que todas las empresas “startup” tecnológicas querían cambiar el mundo. Se utilizaban las grandes pretensiones para justificar las grandes apuestas. También se utilizaban para que los inversionistas miraran más allá de las pérdidas continuas del presente —en el que a menudo ni siquiera había un plan para obtener beneficios— y se enfocaran en las soleadas posibilidades del futuro.

“Los ganadores en un clima de inversión menos recalentado serán las compañías que mantengan las oportunidades a largo plazo en su punto de mira, pero que también encuentren una nueva forma de transmitir cómo planean llegar a ellas”.

Hoy en día, sólo las startups de criptomonedas parecen aferrarse incondicionalmente a la retórica revolucionaria, aunque después del colapso del mercado que se produjo a finales del año pasado, incluso los discursos mediante correo electrónico en nombre de los nuevos proyectos de criptomonedas llegan a la bandeja de entrada con un ademán compungido.

No está claro hasta qué punto esto representa simplemente un cambio de estilo para adaptarse a los tiempos que corren y hasta qué punto es una auténtica retirada del tipo de la toma de riesgos que caracterizó el largo auge tecnológico. Se está modificando el lenguaje que lanzó a miles de startups. Encontrar una nueva retórica —y un enfoque de inversión— que se ajuste al nuevo estado de ánimo es una obra en curso.

Una de las señales más claras de este cambio ha sido la sorprendente retirada de Masayoshi Son, el director ejecutivo de SoftBank, que ha sido durante mucho tiempo el más entusiasta exponente del estilo visionario. Son jugó con su reputación de vidente tecnológico para justificar algunas de sus mayores apuestas, incluso cuando sus explicaciones caían en lo nebuloso.

Pero Son se declaró la semana pasada “avergonzado” del regocijo que había sentido por las anteriores ganancias de inversión de SoftBank, muchas de las cuales sólo existían sobre el papel. No quedó claro si estaba sentando las bases para un cambio completo que hará que una de las empresas más arriesgadas del auge tecnológico adopte una estrategia puramente defensiva a partir de ahora; o si la nueva humildad era principalmente para consumo público, mientras SoftBank sana sus heridas y se prepara para su próxima iteración.

Algunos otros inversionistas que alimentaron el rápido ascenso de las acciones tecnológicas —aunque con menos ánimo que Son— también han estado presentando sus mea culpas. Tiger Global, la empresa de inversión estadounidense que más apostó por las startups tecnológicas en fase avanzada, reveló sus últimas pérdidas a principios de este mes, incluyendo que su fondo de inversión a largo plazo había bajado más del 60% este año. En una carta a los inversionistas, admitió haber sobrestimado el poder de la tecnología para mantener a raya las fuerzas inflacionarias de la economía. Al parecer, se trató de un caso en el que hubo demasiada fe en la supuesta naturaleza transformadora de las propias compañías que respaldaba.

Si este nuevo tono de disgusto está a la orden del día, no ha sido adoptado universalmente.

Cuando el capitalista de riesgo Marc Andreessen reveló esta semana una gran inversión en la más reciente empresa startup de Adam Neumann, fundador de WeWork, reunió a dos figuras que encarnan el estilo expansivo del “boom” tecnológico. Para sus seguidores, tienen una visión más clara que la mayoría de las grandes oportunidades que ofrecen los cambios tecnológicos actuales, y, como resultado de esto, están dispuestos a hacer apuestas más grandes. Para sus críticos, sus radicales declaraciones representan la apoteosis de la exageración.

A pesar del retroceso de los valores tecnológicos, las oportunidades de inversión a largo plazo en el auge de la economía digital no han cambiado. Pero ha disminuido el apetito por las ambiciosas pretensiones, conforme los patrocinadores se enfocan en cuestiones a más corto plazo, como si existe una demanda demostrable para una nueva idea y si tiene una base económica sólida.

Los ganadores en un clima de inversión menos recalentado serán las compañías que mantengan las oportunidades a largo plazo en su punto de mira, pero que también encuentren una nueva forma de transmitir cómo planean llegar a ellas.

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