Las tasas de interés seguirán en alza en EEUU
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Las tasas de interés para los bonos del Tesoro a 10 años han aumentado casi un punto porcentual completo desde febrero, hasta 2,72 %, lo que implica una pérdida de casi el 10 % sobre el precio del bono. ¿Qué nos deparará el futuro?
El reciente aumento de las tasas de interés de largo plazo es solo el principio de un incremento que castigará a los inversores que buscan rendimientos adicionales apostando a los bonos de largo plazo. Dada la tasa actual de inflación esperada, de 2%, la tasa real sobre los bonos a 10 años aún es menor a 1%. La experiencia implica que la tasa real aumentará hasta por lo menos 2%, para impulsar la tasa de interés nominal total a más de 4%, incluso si la inflación esperada se mantiene solo en 2%.
La tasa de interés sobre los bonos de largo plazo ha sido mantenida en niveles anormalmente bajos en los últimos años gracias a la “política monetaria no convencional” de la Reserva Federal, que implicó la compra de masivas cantidades de bonos del Tesoro y otros activos de largo plazo -la así llamada flexibilización cuantitativa (FC)- y la promesa de mantener bajas las tasas de corto plazo durante un período considerable. El anuncio en mayo por el presidente de la Fed, Ben Bernanke, sobre la pronta reducción de las compras de activos y la finalización de la FC en 2014 causó que las tasas de interés de largo plazo inmediatamente dieran un salto. Si bien el anuncio de Bernanke llevó a los mercados a centrarse en el momento exacto en que comenzará esta “reducción gradual” y en su velocidad, estas decisiones no afectarán el mayor nivel de las tasas dentro de uno o dos años.
La promesa de mantener la tasa de interés por un día en niveles bajos durante un período prolongado buscó persuadir a los inversores de que solo podían lograr mayores rendimientos a través de la compra de títulos de largo plazo, que aumentarían sus precios y reducirían sus rendimientos. Pero la versión actual de esa promesa -no aumentar la tasa de interés de un día hasta que el nivel de desempleo sea inferior al 6,5%- ya no implica que las tasas de corto plazo se mantendrán en niveles bajos durante un período “prolongado”.
Con una tasa de desempleo actual de 7,4% -cayó casi un punto porcentual completo en los últimos 12 meses- los mercados pueden anticipar que el umbral de 6,5% podría alcanzarse en 2014. Y la perspectiva de aumentar las tasas de corto plazo implica que los inversores ya no necesitan mantener bonos de largo plazo para lograr un rendimiento mayor durante los próximos años.
Si bien es difícil anticipar hasta dónde aumentarán eventualmente las tasas de interés de largo plazo, el gran déficit presupuestario y el creciente nivel de la deuda nacional sugieren que la tasa real será superior a 2%. Una mayor tasa de inflación esperada también causaría que la tasa nominal resulte mayor a 5%.
Es posible que los inversores actuales no recuerden cuánto aumentaron las tasas de interés en las últimas décadas. Incluso después de la caída de la inflación a mediados de los ochenta, las tasas de largo plazo se mantuvieron relativamente elevadas. En 1985, la tasa de interés sobre los bonos del Tesoro a 10 años era de 10%, aún cuando la inflación había caído a menos de 4%.
El mayor riesgo para los tenedores de bonos es que la inflación vuelva a aumentar y empuje al alza a la tasa de interés de los bonos de largo plazo. La historia muestra que a un aumento de la inflación eventualmente lo suceden mayores tasas de interés nominales. Puede, por lo tanto, resultar tentador invertir en bonos indexados por inflación, que ajustan tanto el capital como los pagos del interés para contrarrestar los efectos de los cambios en los aumentos de precios. Pero la protección contra la inflación no evita la pérdida de valor si aumentan las tasas reales de interés y deprimen el valor de los bonos.
Las tasas de interés relativamente bajas, tanto en los bonos de corto como de largo plazo, están causando que los inversores individuales y los administradores de fondos de inversión institucionales asuman riesgos de duración y calidad del crédito con la esperanza de lograr mayores rendimientos. Exactamente la misma estrategia de riesgo que precedió a la crisis financiera en 2008. Los inversores deben reconocer que su búsqueda de rendimientos, una vez más, podría terminar muy mal.
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