El principal desafío que enfrentará la altamente cualificada Janet Yellen es la persistencia de la debilidad de los aspectos centrales económicos y dudas sobre la continuidad de la eficacia de las herramientas de política de la Reserva Federal. Es poco probable que la decisión de no reducir gradualmente sus compras mensuales de activos de largo plazo conduzca a la Fed o a la economía de Estados Unidos a una mejor situación y pone a Yellen frente a una difícil tarea al inicio de su histórico mandato.
En vez de reflejar un alza en la creación de empleos, una porción excesiva de la reducción reciente de la tasa de desempleo ha sido asociada con una caída en la participación de la fuerza de trabajo hasta un nivel que no se veía en los últimos 35 años.
El debate sobre las condiciones financieras es más acalorado y sutil. Si bien los mercados de acciones y crédito tuvieron un rebote luego de los trastornos de mayo-junio, las mayores tasas de interés han golpeado bastante duro al mercado inmobiliario, algo que se refleja en una fuerte caída en el índice de refinanciación de hipotecas, una menor asequibilidad de la vivienda y menores compras.
Esto avala el grado en el cual partes del proceso de intermediación financiera continúan dependiendo excesivamente de la experimentación de la Fed, incluso mientras las empresas pequeñas y medianas aún tienen problemas para obtener créditos adecuados a costos razonables. Cuanto menor sea la confianza de la Fed en la robustez de la recuperación económica local, mayor resulta su interés en minimizar los vientos de proa del exterior.
Por lo tanto, sería natural que la Fed se preocupe sobre la desaceleración del crecimiento económico en los países emergentes (acentuada en países como Brasil e India por la volatilidad financiera que siguió a los anuncios de reducción gradual de la Fed en mayo). Además, con un partidismo político extremo que llevó a la paralización del gobierno y amenaza con una debacle por el límite a la deuda, es comprensible que la Fed busque limitar el impacto de un Congreso disfuncional sobre la demanda de los consumidores y la confianza de las empresas.
Entonces, ¿qué indica todo esto sobre el futuro, incluidos los problemas clave que deberá enfrentar Yellen?
Al evaluar cuán lejos está de cumplir su mandato, la Fed puede beneficiarse si cambia los umbrales de desempleo por otros de empleo (por ejemplo, la ratio de empleo/población). Podría incluso comenzar un desplazamiento hacia una medida operativa más holística (digamos, el PBI nominal) junto con indicadores sobre la fragilidad estructural de la economía.
La Fed tendría la oportunidad de conversar sobre esto en sus próximas reuniones de política en el contexto de pasos evolutivos para fortalecer la guía a través de la anticipación de sus políticas, una iniciativa que Yellen ha encabezado. También puede tener que enfatizar más en el apoyo a las pequeñas y medianas empresas que continúan enfrentando bloqueos estructurales en las vías de crédito.
Desafortunadamente, con lo que ocurre en Washington, nada de esto ampliaría significativamente el impacto durable de la política de la Fed sobre el crecimiento económico y el empleo. Otras entidades responsables de legislar deben actuar pero se ven obstaculizadas por el impasse legislativo. Mientras tanto, la dependencia continua y prolongada de las políticas no convencionales implica costos potenciales e incertidumbre inusuales.
Con la nominación de Yellen para suceder a Bernanke, una de las adivinanzas de la Fed ha concluido. Pero, mientras continúa la especulación sobre el rumbo de la política monetaria no debemos perder de vista una realidad incómoda: No importa cuán duramente lo intente -y lo está haciendo- la Fed aún se encuentra limitada al uso de instrumentos demasiado burdos y cuyos efectos son demasiado indirectos para las desafiantes tareas que debe enfrentar.
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