Columnistas

La política monetaria no alcanza

Felipe Posada G. Ingeniero comercial, Magíster en Finanzas Aplicadas

Por: Felipe Posada G. | Publicado: Miércoles 15 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Felipe Posada G.

Ante débiles expectativas de crecimiento, diversos sectores fundamentan sus esperanzas de recuperación económica en el Banco Central, pero si observamos el resultado de la política monetaria expansiva en economías ricas como Europa y Japón, probablemente concluiremos que para restaurar la confianza, tendremos que ir mucho más allá que simplemente llevar la tasa de interés a mínimos de 2009.

Imagen foto_00000002

El COVID-19 sólo incrementó un pesimismo enquistado mucho antes de octubre 2019. Probablemente su punto inicial se remonta a reformas emblemáticas durante la administración anterior y a la falta de convicción de la actual para revertirlas. Para restituir la confianza, el BC desde 2014 ha rebajado las tasas del 4,5% al 0,5%, y aunque Mario Marcel señaló que este es el “límite de lo prudente”, varios insisten en que si no se incrementa el estímulo tendremos una dolorosa y duradera recesión, y para ellos la rebaja de 88% en la tasa aún no es suficiente.

El desempleo sobre 7%, la inflación rumbo al 4% y el PIB en terreno negativo confirman que la política monetaria por sí sola ya no garantiza dinamismo económico, si no se acompaña de pragmatismo político que promueva una estructura tributaria y fiscal competitiva que recupere la confianza y la inversión. Pretender avanzar solamente con estímulo monetario traerá resultados contradictorios y seguramente terminará destruyendo riqueza, no sólo por apreciación de tipo de cambio —y porque hoy, a diferencia de 2009, tenemos déficit, una deuda multiplicada por tres e impuestos que han subido 60%—, sino también porque se entiende que a estas alturas intentar inducir el consumo interno únicamente con política monetaria provocará un aumento marginal en la recaudación fiscal. Entonces el Estado incapaz de optimizar el gasto, intentará financiar los desafíos sociales con más deuda, déficit e impuestos a la productividad.

No repliquemos los errores de la zona euro y Japón, que a pesar de prolongados y millonarios estímulos monetarios, no han logrado contrarrestar el recelo que provocan sus respectivas estructuras fiscales y tributarias. Ambos actualmente luchan contra la deflación, el estancamiento económico y el descontento social.

Tal vez deberíamos revisar casos como el inglés, que desde 2010 ha reducido su impuesto corporativo hasta 19%, lo que ayudó a compensar los efectos negativos del Brexit y conseguido un desempleo históricamente bajo. O el caso irlandés, que se ha transformado en un imán difícil de resistir para capitales extranjeros, en gran medida porque su impuesto corporativo es un tercio que en Alemania y España, y su gasto público como porcentaje del PIB es la mitad que el francés y el italiano. En EEUU, la política monetaria expansiva, sumada a la reforma tributaria estrenada por el Presidente Trump en 2018, fueron fundamentales para que antes del brote de coronavirus, la economía lograra un desempleo de 3,5% y un significativo aumento en los salarios, principalmente en los trabajadores menos calificados.

Si las “circunstancias excepcionales, requieren respuestas excepcionales”, no esperemos resultados similares repitiendo una estrategia de 2009. Una vez vencido el coronavirus, debemos recomponer la confianza avanzando mucho más allá que simplemente llevar las tasas al 0%, más bien aprovechemos los desequilibrios en Brasil y Argentina para diferenciarnos fiscal y tributariamente en la región, como lo hacen Irlanda e Inglaterra. De lo contrario, en el mediano plazo la discusión podría no ser sobre política monetaria, sino cómo defenderemos al peso y salvamos al IPSA.

Lo más leído