La mejor forma de predecir el futuro es creándolo
MARÍA PÍA AQUEVEQUE Directora de empresas y experta internacional en activos digitales
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MARÍA PÍA AQUEVEQUE
Hoy la primera potencia del mundo, el “Imperio Americano”, antes reconocido como país de innovación, hoy es uno de los principales campos de batalla entre la regulación y la tecnología. En vez de demostrar anticipación o adaptación como lo está haciendo la Unión Europea, lo que se observa es una resistencia a aferrarse a conceptos que se están redefiniendo en este “Renacimiento Digital”.
En el ejemplo más reciente de la interpretación de la legislación estadounidense, un tribunal de Washington dictaminó que solo obras con autores “humanos” pueden ser objeto de derechos de autor. En pocas palabras, esto implica que obras creadas por inteligencia artificial sin intervención humana no pueden ser objeto de derechos de autor. Este veredicto está lejos de zanjar la discusión sobre la propiedad de las creaciones de la inteligencia artificial generativa, sino por el contrario la discusión sobre la propiedad intelectual “artificial” será otro flanco de la economía moderna como la conocemos.
Lo complejo de los tiempos que vienen no es solo que cada país ajuste sus regulaciones, sino que son preguntas tan antropológicas que requerirán consensos que sentarán la base para una nueva era post “Renacimiento Digital”.
Los temas asociados a la propiedad, tanto digital como física, además, están siendo redefinidos a su vez por la tokenización de activos y su fraccionamiento, incluyendo la propiedad intelectual creativa. Algunas de ellas, creadas con inteligencia artificial generativa, con algún o sin intervención humana, y comercializados como NFTs en distintas plataformas, incluyendo espacios virtuales.
¿Qué implicancias adicionales traerá la discusión de derechos de autor para la protección de los inversionistas de estos activos? Así, como hoy los países necesitan redefinir los activos financieros producto de la innovación que se está sucitando en ese sector económico producto de la disrupción de la tecnología blockchain, también hoy la inteligencia artificial está obligando redefinir los parámetros de propiedad intelectual que hacen posible los registros de derechos de autor.
¿Qué se considera un humano? ¿Qué se considera intervención humana? son conceptos que deberán ser redefinidos y revisados periódicamente. Esto se hará cada vez más inminiente en un contexto en que las economías seguirán avanzando a la automatización y aprender de los datos, se explora la implementación de organizaciones autónomas descentralizadas y que a futuro se espera la interacción entre máquinas sin intervención humana.
Lo complejo de los tiempos que vienen no es solo que cada país ajuste sus regulaciones, sino que son preguntas tan antropológicas que requerirán consensos que sentarán la base para una nueva era post “Renacimiento Digital”.
Aunque para muchos esto parezca un futuro lejano, lo cierto es que hoy estamos en un proceso de cambio de paradigma económico acelerado por la tecnología. Por el contrario, la mayor parte de las instituciones siguen aferradas al pasado, con los mismos modelos, actualizando los procesos con la tecnología, en vez de rediseñarlos y abrazar el futuro. Esto no quiere decir que hay que precipitarse, sino que más bien prepararse para anticiparse a los nuevos desafíos.
La agilidad se ha convertido en una necesidad imperiosa para las organizaciones y los países, y como bien decía Peter Drucker: ”La mejor forma de predecir el futuro es creándolo”.