¿Qué nos dice Dr. Copper?
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José Manuel Silva
Suele decirse que el cobre es el metal con un doctorado en economía. Dada su importancia en sectores claves de la actividad económica (generación y distribución eléctrica; infraestructura; construcción; aire acondicionado; automotriz), el cobre muchas veces se anticipa a las tendencias macroeconómicas globales. De esta manera, cuando Dr. Copper sube, suele ser un indicador de buena salud en la economía global. Por el contrario, cuando inicia un ciclo de baja, suele anticipar un ciclo de menor crecimiento.
Como sabemos, en el mundo actual el gran motor de consumo de cobre es China en primer lugar, y los mercados emergentes, en segundo. Son estos países (en especial el primero), los que se han embarcado en grandes obras de infraestructura muy intensivas en acero, cobre y otros metales. China ha llegado a invertir casi un 50 % de su PIB, una cifra que para muchos es insostenible en el tiempo y sólo refleja una economía en donde, aún hoy, una parte de la inversión no obedece a precios de escasez si no a criterios políticos.
En una columna de junio del año pasado señalábamos lo siguiente: “Lamentablemente, hay bastante evidencia que muestra que el modelo de desarrollo enfatizado (por China) en los últimos 10 años, muy intensivo en inversión y manteniendo artificialmente reprimido el consumo, está enfrentando serios rendimientos decrecientes. Lo preocupante, es que una parte del boom de inversión en infraestructura ha sido financiada con una inquietante alza del endeudamiento interno. Es cierto que se trata de deuda local con bancos estatales, esto no es Grecia o España, pero todo apunta a que una parte de estos préstamos serán incobrables y tendrán que ser asumidos por el gobierno central. Gran parte de esta inversión en infraestructura ha sido hecha por las burocracias regionales, las que tenían perversos incentivos para mostrar cada vez más y mejores obras públicas”.
“Las nuevas autoridades, que acaban de asumir, parecen decididas a reimpulsar una agenda de cambios microeconómicos pro mercado. También parecen decididas a frenar la sobreinversión financiada con deuda, sobre todo si ésta se origina en vehículos parabancarios no regulados (“shadow banking”) y concentrada en entidades gubernamentales. Ello pasará por un freno al proceso de inversión, por la recapitalización de bancos y por un menor crecimiento en general. Esto, a su vez, podría desencadenar el fin de una serie de bicicletas financieras que han artificialmente inflado el crecimiento. Esta opción de política, que algunos han llamado “dolor de corto plazo, ganancia de largo plazo”, generará una menor demanda por aquellas materias primas más utilizadas en infraestructura (cobre, hierro, acero). Chile debe prepararse para ello porque existe el escenario de que el resfrío chino se torne en influenza. China no morirá y saldrá probablemente fortalecida. Pero el contagio será doloroso”.
La evolución del precio del cobre en los últimos meses, así como la del hierro, y las más recientes cifras de actividad china, apuntan justamente a un enfriamiento de la economía china, que algunos incluso señalan podría llegar a disminuir el crecimiento del gigante asiático a 5% anual por un tiempo. Numerosos indicadores señalan que el súper ciclo de materias primas, en especial de metales, está llegando a su fin o que por lo menos tendrá un enfriamiento. Paralelamente, la oferta de cobre está reaccionando a años de buenos precios.
Chile debe prepararse para ello. Esto ocurre, lamentablemente, justo cuando se ha exacerbado las aspiraciones de la población y se han prometido un sinnúmero de programas sociales, los cuales no podrán ser financiados con los futuros ingresos del fisco. La recaudación fiscal ya inició un fuerte descenso (ver los datos de diciembre/enero). Alzas de impuestos sólo contribuirán a una menor actividad económica en este contexto de ajuste económico global. A su vez, el financiamiento externo para mercados emergentes se hace más difícil y competitivo. Chile ya no es el más atractivo para atraer inversiones mineras o de portafolio. Países desarrollados como Canadá nos superan. Tienen energía más barata y menos riesgo político. México ha aprobado una vasta reforma energética que abre todo su sector petrolero y gasífero a la inversión privada.
“When facts change I change my opinion”, señalaba Keynes. Ello también es válido para las promesas electorales.